Debemos trasladarnos al Evangelio de Lucas porque allí hay algo que es sumamente importante y que suele pasar desapercibido, se trata de los HIMNOS de la Infancia, los cánticos a Jesús, concretamente después al anuncio del Ángel a María, de que en ella se cumplirá la promesa de Isaías 7:14 y 9:6; no sin antes anunciar igualmente el nacimiento del profeta precursor que le señalaría, que le apuntaría con su dedo y que mengüaría para que ÉL, Jesús, creciera más y más.
Este es un evento único y excepcional, sin igual, un evento trascendental y épico, pues aquella promesa redentora dada en el Edén inmediatamente al caer parece que queda muy lejos, pero aquí se está cumpliendo, es decir, la semilla, la simiente de la mujer viene y no puede pasar de una manera a la ligera ni desapercibida; Lucas, el historiador-médico, NO va a ser superficial en este tema.
De hecho, y aparece en el mismo Evangelio de Lucas, entre los 3 cánticos, vemos que unos humildes pastores son gratamente sorprendidos en la oscura noche con una noticia (La «Buena Noticia»), a la vez que son rodeados de una multitud de huestes celestiales, del ejército celestial de Dios, quienes se gozaban y le alababan por lo que estaba por acontecer y aconteciendo.
NO es algo nuevo, pues vemos en las páginas del Antiguo Testamento, que cuando Dios realizaba grandes y prodigiosas obras de liberación, aparecían cánticos para celebrarlo; como es el canto de Moisés o el de María en Éxodo 15, y el de Débora en Jueces 21; Salmos, sin ir más lejos, está lleno de canciones que festejan los actos de liberación, salvación y redención de Dios para con su pueblo.
Aunque si me tengo que quedar con uno, con un cántico de alabanza a Dios, prefiero hacerlo con el sublime cántico y el acto de alabanza final de Apocalipsis.
Apocalipsis 7:9-12 «Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.»
Dicho todo esto, nos adentramos en las 3 canciones de alabanza, inspiradas plenamente bajo el Espíritu Santo con un fin:
CELEBRAR LA ENCARNACIÓN DEL VERBO DE DIOS, Y GLORIFICARLE A ÉL
Puesto que Dios creó a los seres humanos para que lo adoraran única y exclusivamente a ÉL, todos esencialmente son adoradores, aunque el pecado ha intervenido catastróficamente para que se adore a la criatura, a uno mismo en vez de al Creador.
Las mentiras de Satanás corrompieron el mundo entero, especialmente la raza humana. Pero aún esa caída sería revertida por Dios para glorificarse por medio de la Redención, a través de la Cruz, y sobre todo, debido a CRISTO.
Los títulos o nombres de estos 3 cánticos son las primeras palabras en la traducción latina de estas 3 alabanzas de gratitud, llenas de bendiciones a Dios.
Comenzamos estas maravillosas canciones o entonaciones llenas de gozo y alegría desde el capítulo más largo de todo el Nuevo Testamento, esto es, Lucas 1; y eso NO es casualidad.
1.- EL «MAGNIFICAT» DE MARÍA
Lucas 1:46-55 «Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es Su Nombre, y Su Misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con Su Brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre.»
Ella acaba de enterarse de su embarazo milagroso y, tras visitar Elisabet, quien espera encinta de 6 meses a Juan «El bautista», pronuncia una preciosa alabanza (muy similar a las oraciones de Ana en 1ª Samuel 1:11; 2:1-10), no sin que antes ocurriera algo asombroso y espectacular, y es que la criatura, es decir, Juan, estando en el vientre de su madre saltó de alegría y gozo al estar sumamente cerca del Señor, Aquel a quien un día bautizará.
María, como podemos ver en Lucas 1, es un ejemplo de fe, humildad y sumisión a la voluntad de Dios, aún a pesar de las circunstancias, y aquí vamos a ver como también es un ejemplo de verdadera adoración.
En ese contexto de gozo, donde la propia Elisabet llama a María «madre de mi Señor», es que ella entona este famoso cántico donde, esta humilde, joven (13-15 años aproximadamente) y virgen campesina de una insignificante aldea de Galilea, Belén magnifica al Señor por haber sido soberanamente escogida para ser madre terrenal y traer al mundo a su propio Salvador (ella también necesitaba salvación y redención)
Ella, con un profundo y detallado conocimiento del Antiguo Testamento, sabe que ÉL es Santo, y ella una sierva de bajeza y humilde condición, pero que debido a la gracia soberana de Dios, será tenida por bienaventurada.
María alabó a Dios no solo por lo que estaba haciendo en la vida de ella, sino también por todo lo que Dios iba a lograr a nivel general, mundial y cósmico, a través de la venida del Mesías, sirviéndose de ella; pues la venida del Mesías era la obra de misericordia más grande de Dios para con Su Pueblo, y para con todos.
SIENDO LA MÁS ENGRANDECIDA DE LAS MUJERES, FUE LA MÁS HUMILDE DE ELLAS.
Que Dios se dignara a salvar a pecadores, ella incluida, es bastante como para que lo adoremos (y así haremos), pero en ella además, ÉL se sirvió como instrumento para traer al Santo, al Eterno al Mundo.
Ella manifiesta que Dios exalta al humilde y derriba al orgulloso y al envanecido, pero sobre todo, y muy por encima de todo, ella glorifica a Dios al Creador de todo, al Creador y Sustentador de la vida, por crear milagrosamente vida en su útero, siendo este acontecimiento único el perfecto cumplimiento del Antiguo Testamento, el encauzamiento y la recta final del Plan de Dios desplegado desde la caída del hombre, cumplido ahora en el tiempo perfecto (Gálatas 4:4)
Si tal y como Jesús dice “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34), es de enfatizar que las palabras de María aquí fluyen de un corazón saturado con la Palabra de Dios, y de adoración/alabanza como respuesta a ÉL.
Esto es un ejemplo bíblico de adoración, repleta de razones para adorar a Dios, ya que NO fue una adoración superficial, sino que fue proveniente del interior, de su alma y espíritu (Vv. 46), tal y como Jesús le dijo a la samaritana.
Ella se acordó del trato de Dios para con su Pueblo, Israel, de lo que ha hecho por ella y en ella, pero sobre todo, lo que Dios, en el programa del Plan de redención, hará sobre una caída, enemistada y pecadora humanidad sirviéndose del útero y vientre de ella, donde está EL SALVADOR.
2.- EL «BENEDICTUS» DE ZACARÍAS
Pasamos ahora al cántico del Padre de Juan «El Bautista», cuyo nombre, Zacarías significa «Dios recuerda».
El nombre de este cántico deriva del latín del comienzo «Bendito el Señor…»
Lucas 1:67-79 » Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a Su Pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de ÉL, todos nuestros días. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable Misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz.»
Acaba de nacer su hijo, el cual va a ser circuncidado al 8º día, tal y como la ley estipula (Génesis 17:9-14 y Levítico 12:3). Si su hijo fue especialmente dado por Dios, así mismo sucedería con su nombre: JUAN (Lucas 1:13)
Si al NO creer, o como mínimo dudar, en el anuncio del ángel (siendo sacerdote fue tapada y enmudecida (Lucas 1:18-20) su boca, ahora es abierta, y lo hace para entonar un cántico donde celebra la VISITA DE DIOS, en la forma de la Encarnación del Hijo de Dios.
Su incredulidad fue la causa del juicio que trajo mudez temporal, pero en cuanto pudo articular palabra, demostró fe confirmando el nombre dado por el ángel, y manifestando el gozo por el cumplimiento de las palabras del Antiguo Testamento.
Zacarías es lleno del Espíritu Santo y declara la Palabra (Profetiza), enfocándose cántico en la salvación general y colectiva, es decir, en la salvación de Dios a pecadores que merecían Su ira, en lugar de su bendición particular de ser padre cuando las condiciones naturales le hacían ver que era imposible.
Recordemos que 9 meses antes, el Ángel Gabriel se le había aparecido mientras este ministraba en el templo, e hizo el sorprendente anuncio de que Zacarías y Elisabet, quien era estéril y ya NO estaba en edad fértil, tendrían un hijo, pero NO un hijo cualquiera, sino que éste sería el antecesor y precursor del Mesías.
Ellos, el Pueblo de Dios tenían un pensamiento y sentimiento dispar, es decir, a la vez que temían la visita de Dios a ellos, la anhelaban, y este cántico de gozo de Zacarías es la expresión del gozo de su pueblo ante un Dios que visitaría a Su Pueblo para redimirlos, y no para juzgarlos, como también había profetizado Dios a lo largo de los profetas veterotestamentarios (Día del Señor)
Jeremías 29:10 «Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, YO os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar.»
Isaías 13:6-9 «Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre, y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores»
La alabanza de Simeón, al igual que el «Magníficat» de María, está llena del Antiguo Testamento, que por otro lado, siendo sacerdote de Dios, NO es de extrañar que lo tuviera presente, pero sobre todo, está llena de gratitud a Dios por la Redención, aún a pesar que el Redentor estaba en el vientre de María.
¡DIOS SE HA DIGNADO A VISITARNOS PARA OFRECER SALVACIÓN A TODO AQUEL QUE CREA!
Hasta el versículo 75, Zacarías, haciendo honor a su nombre, celebra que el Dios de Misericordia se ha acordado del Pacto con Abraham, para traer la salvación prometida a Su Pueblo
Génesis 12:1-3 «Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra»
La 2ª parte (76-79), es más específico, y habla concretamente de su hijo, de Juan «El Bautista» como un profeta del Altísimo, como el mensajero que prepararía y enderezaría el camino al señor, que prepararía al pueblo, tal y como profetizó el último profeta del antiguo Testamento (Malaquías 3:1 y 4:5)
Zacarías, el Sacerdote, afirma que la misericordiosa Visita del Señor implicaba perdón de los pecados, y la Redención se realizaría por Su Gracia con la que nos visitó desde lo alto de la aurora, es decir, por medio de Aquel quien descendió del cielo, de JESÚS.
ÉL VINO A DAR LUZ Y PAZ A LOS QUE HABITÁBAMOS EN TINIEBLAS Y EN SOMBRAS DE MUERTE
Dios es luz (1ª Juan 1:5), y por consiguiente Jesús, Dios encarnado, JESÚS, vino al mundo como la Luz del mundo (Juan 8:12 y 1:9)
ÉL ES EL SOL DE JUSTICIA (Malaquías 4:2) Y EL LUCERO DE LA MAÑANA (2ª Pedro 1:19)
A pesar de las alabanzas a Dios, y de la fe de este cántico, Zacarías NO previó, ni pudo jamás imaginarse que ocurriría lo inimaginable, esto es, que Israel rechazaría y ejecutaría a su Rey, al Redentor, a Su Prometido Mesías y Libertador.
3.- EL «NUNC DIMITIS» DE SIMEÓN
Jesús es circuncidado a los 8 días, y es presentado en el Templo, e irrumpe en escena un anciano y devoto personaje llamado Simeón, ungido por el Espíritu santo, y cuya promesa de Dios era que NO partiría de este mundo sin que sus ojos viera al Mesías.
Imagino que la vida de este humilde y piadoso siervo fue una constante y gozosa expectativa ante tal promesa sin igual, sabiendo que cada día podía ser ese día, hasta que al fin llegó ese día, dónde la Providencia de Dios le llevó hasta el Templo, y allí no sólo ve, mira y contempla al Mesías, al Salvador, sino que, emocionado por ello, lo toma en brazos, bendice a Dios, y realiza este precioso cántico lleno de alabanza a Dios.
DIOS LE DIO A SIMEÓN MUCHO MÁS DE LO QUE LE PROMETIÓ
El Nombre de este cántico se debe a las primeras palabras en latín de ese «ahora Señor despides», con el cual Simeón vio cumplida su promesa mucho más de lo que se podría imaginar.
Lucas 2:27-35 «Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de ÉL. Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.»
Ya Simeón es feliz con morir, pues ya sus ojos han visto al Redentor, sus manos han tocado y cogido al Salvador del Mundo. Su gozo ha sido más que completado, su esperanza cumplida, su fe más que fortalecida y su corazón rebosa paz.
Nada en todo el mudno puede eclipsar o compararse a lo que ya Dios le acaba de dar por gracia, que era la promesa de salvación encarnada y en sus mismos brazos, apoyado en su pecho, muy cerca de su propio corazón, un corazón que latía fuertemente en ese momento.
ACABABA DE DAR LA BIENVENIDA A CRISTO, Y YA ESTABA LISTO Y PREPARADO PARA DAR LA BIENVENIDA A LA MUERTE
Pablo también expresó exactamente lo mismo a la iglesia de filipos.
Filipenses 1:21 «Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.»
Simeón fue más allá de las erradas y preconcenbidas ideas de Israel, ya que él vio la bendición tanto para su pueblo, como para el resto de los pueblos, de los gentiles.
Isaías 51:4-5 «Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos. Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperan los de la costa, y en mi brazo ponen su esperanza.»
Tras alabar a Dios, revuelve su mirada a los jóvenes y maravillados «padres», a José y a María, los bendice, pero se centra en María, y le lanza unas palabras que ella jamás olvidaría, será su «aguijón en la carne». Son unas palabras que unos 33 años después, al pie de una cruz, y mientras un soldado romano penetra una lanza en el cuerpo de su hijo, cobraron vida y cumplimiento.
CRISTO ES EL REY DE LA GLORIA, PERO TAMBIÉN FUE EL SIERVO SUFRIENTE Y EL EXPERIMENTADO EN QUEBRANTO
Simeón le presagió la terrible y cruel oposición que su hijo enfrentaría, pero sufrimiento de María llegó al apogeo en la Cruz, mientras observaba a su Hijo sufrir y morir.
Juan 19:25-27 «Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.»
Aquella escena al pie de la Cruz rebosó y sobrepasó sentimientos, tanto del Hijo, como de la madre, María.
NO es casualidad que Lucas, siendo inspirado por Dios Espíritu Santo, haya colocado estos himnos o cánticos llenos de alabanza a Dios en Su Evangelio justo antes del Nacimiento, así como inmediatamente después del mismo; pues de la mima manera, todos nosotros debemos alabar a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros y para Su Gloria, pues aún la Salvación que nos proveyó en Su Hijo, nos lo prometió siglos y siglos antes, y durante mucho tiempo y a lo largo de las páginas del Antiguo Testamento, podemos apreciar la Mano Poderosa, la Soberanía y el Cuidado providencial de Dios, quien preservó, guió y condujo todo a Cristo, de Cristo a la Cruz y al Sepulcro, y de allí al trono.