Iniciamos este estudio dejando bien claro desde el principio la diferencia, no sólo etimológica, sino teológica y escatológicamente entre resucitación y resurrección. La Resucitación es la vuelta a la vida, la reanimación o reavivación de un cuerpo para seguir viviendo con aliento de vida como previamente lo hacía, es decir, se enfermará, necesitará comer, envejecerá y finalmente volverá a morir físicamente; pero la Resurrección, en cambio, es un estado en el que existe un cuerpo físico pero NO corruptible, es decir, NO envejece, NO se enferma y NO muere; pues ya NO está bajo las misma condiciones de las leyes de la física y la naturaleza.
En este estudio vamos a tratar de la 1ª acepción, la resucitación, pero que sirve como adelanto y como conexión a la 2ª, a la promesa de resurrección para todos los que estén en Cristo, el cual SÍ resucitó, las primicias de la nueva vida.
Dicho toda esta leve aclaración, vemos que la situación en torno a Jesús se ha vuelto insostenible hasta el punto que se acaba de producir la 3ª vez que intentan prenderle y apedrearle (Juan 5:18, 8:59 y 10:39). La tensión ha aumentado en torno a ÉL, y tras el suceso que vamos a exponer, va a llegar casi a su clímax de hostilidad.
Jesús fue claro en Sus Obras y Su Mensaje, y la respuesta violenta negativa de estos orgullosos y religiosos fariseos fue aún más clara si es posible.
Juan 10:30-33 «YO y El Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra NO te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.»
Se puede decir que aquí prácticamente dio por finalizado Su Ministerio público de masas hacia los judíos, y a partir de ahora encararía la recta final, y se dedicaría a ministrar a los Suyos, a los Discípulos, no sin antes hacer el último de los 7 Milagros narrados en el Evangelio de Juan, tal vez el más espectacular y notable hasta ahora, siendo acompañado de una poderosa declaración de «YO SOY». Esta será la última prueba, y definitiva, que dará a los judíos acerca de Quién es ÉL, acerca de Sus Credenciales mesiánicos justo después de ellos lanzarle esta pregunta:
Juan 10:24 «Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.»
ESTA ES LA ÚLTIMA GRAN SEÑAL, DE LA MISMA MANERA QUE LA MUERTE ES EL ÚLTIMO ENEMIGO DE LA HUMANIDAD, LA CUAL HA SIDO DERROTADA Y CONFRONTADA POR CRISTO, QUIEN ES LA VIDA Y LA RESURRECCIÓN.
Es más, el suceso que vamos a exponer hoy, será el detonante y la causa definitiva para hacer un complot y acabar con Su Vida. A pocos días de la Pascua, de la Cruz, y muy cerca de Jerusalén, Jesús va a hacer esta señal mesiánica, la cual provocó una verdadera conmoción social, dividiendo y enfrentando más aún las reacciones en torno a ÉL:
Juan 11:45-47 «Entonces muchos de los judíos (1) que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en ÉL. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos (2) reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.»
Juan 11:53 «Así que, desde aquel día acordaron matarle.»
Esta impresionante y conmovedora Obra de Poder de Dios NO dejó a nadie indiferente, pues mientras muchos creyeron en Él, otros fue mucho más allá de su rechazo e incredulidad hasta el punto de reunir extraordinariamente el Concilio, el Sanedrín con un único fin:
«¿Qué hacemos con Jesús? ¡Ya incluso levanta muertos! Debemos acabar con ÉL por el bien del pueblo»
Habiendo hablado de las causas, y sobre todo, de las consecuencias, vayamos ahora al evento en sí, a Betania, a la resucitación de Lázaro.
Con esta magistral señal, va a dejarles bien claro Su Deidad, va a fortalecer nuevamente la fe de ellos ante lo que en los próximos días va a acontecer, y va a ser una nueva oportunidad de ir a ÉL en arrepentimiento y fe para el pueblo.
En Betania, a 3 kilómetros al este de Jerusalén, se encuentra una familia muy especial y querida para ÉL, unos amigos para ÉL con quienes disfrutaba de íntima comunión (Lucas 10:38-42), a quienes amaba de una manera especial, un hogar donde muy probablemente se hospedaba cuando acudía a las fiestas en Jersusalén; pero sobre todo se encuentra se encuentra Lázaro, cuya enfermedad y posterior muerte resultaría para glorificar a Dios.
Es bonito recordar que Lázaro es la forma griega del nombre hebreo Eleazar, que significa literalmente: «Dios es mi Ayuda»
Allí, en Betania durante la semana anterior a Su crucifixión, Jesús pasó un considerable tiempo en compañía de sus amigos especiales, y ahora ese hogar había quedado sumido en el dolor.
Juan 11:1-4 «Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos). Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad NO es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Con estas palabras finales del versículo 4, Jesús NO estaba negando que Lázaro morirá en muy pocos días, sino que más bien está negando que la muerte finalmente vaya a triunfar.
A veces el Perfecto y Verdadero Amor de Dios se hace esperar porque en esa espera nos conforta más a la imagen de Cristo, y al final, el resultado le glorificará más a Él que si hubiera acudido en pronto auxilio.
DIOS TIENE MISERICORDIA DE NOSOTROS, AÚN EN SUS APARENTES DEMORAS
Juan 11:6-15 «Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó 2 días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? Respondió Jesús: ¿NO tiene el día 12 horas? El que anda de día, NO tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque NO hay luz en él. Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de NO haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.»
¡Qué consuelo para nosotros, que Jesús llame a los creyentes, amigos; y a la muerte, sueño, un sueño que NO rompe esa amistad!
Romanos 8:38-39 «Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.»
Puede parecer extraño que en el versículo 3 se describa a Lázaro como aquel al que el Señor ama, y Éste en el versículo 6 NO actúe con inmediatez, sino que pospone ese corto viaje para asegurarse de que cuando llegue, está irrevocable e indudablemente muerto, en pleno proceso de descomposición y/o putrefacción, asegurándose así que nadie podría dudar de esta inequívoca señal, la más potente hasta ahora.
Jesús prolongó durante 2 días más la tristeza, el dolor y el duelo de estas 2 hermanas a las cuales amaba, pero siempre porque la gloria venidera que resultaría de ello superaría con creces este leve y momentáneo trance. Sí, ellas vieron a su hermano morir, pero también es cierto que vieron el Poder y la Gloria de Dios manifestada de una manera tan personal, que de seguro mereció la pena.
Mientras nosotros con nuestra corta y mermada visión de las cosas sólo las vemos desde la óptica terrenal, es decir aquí y ahora, Dios ve y conoce el final y la finalidad de todo, que no es otra que Su propia Gloria.
Jesús, el Soberano Señor del cielo y de la tierra retrasa y demora la cita de Betania, pues ÉL tiene el total, absoluto y universal control de todo, ya sea del tiempo y las circunstancias, ya sea de la enfermedad y su propósito. Aunque suena un tanto paradójico y extraño, Jesús se aseguró que Lázaro muriese para entonces ir, y que NO hubiera duda alguna de la grandiosa señal que daría, donde el fin y la meta de esta está explícitamente en el versículo 15: «PARA QUE CREÁIS»
NO solo fue una dura prueba de fe para la familia de Betania, y para los discípulos, sino también para nosotros este suceso es una prueba a nuestra fe, a nuestro intelectualismo y raciocinio, y sobe todo, es para nosotros un consuelo enorme.
JESÚS NO TENÍA INTENCIÓN DE SANAR A LÁZARO, ÉL IBA A RESUCITARLO DIRECTAMENTE
Jesús, tras un día entero de viaje (30-35 kilómetros aproximadamente), por fin llega a Betania con Lázaro ya muerto y sepultado, y Marta sale a su encuentro, no con queja o reproche, sino con la confianza de que podía sanarlo, y que podrá resucitarlo en el futuro, pero con la ignorancia de lo que sus ojos van a ver a continuación…
«Señor, NO te pedí que vinieras, yo sabía que podías sanarle con tan solo una palabra aún desde la distancia, ya lo has hecho otras veces»
Jesús se dirige a ella para darle el 5º «YO SOY» registrado en este evangelio, para decirle que ÉL es la Vida Misma, el Dador y la fuente de toda vida, ya sea física y espiritual, y como tal, tiene el derecho y la prerrogativa divina de dar vida…
Nosotros efectivamente estamos físicamente vivos, pero realmente la vida es Jesús, y Jesús es la vida; y al igual que hizo con Lázaro, ÉL nos dio vida espiritual cuando aún estábamos muertos en delitos y pecados.
Para el creyente y reconciliado hijo de Dios, el morir físicamente es una total ganancia, ya que pasa a una continua y eterna vida de comunión con Dios.
El Apóstol Pablo lo expresó así a los corintios: «(…) Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?»
Juan 11:20-27 «Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano NO habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: YO SOY la Resurrección y la Vida; el que cree en MÍ, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, NO morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.»
Marta tenía una fe genuina, pero aún pequeña e inmadura, aunque una fe progresiva, pues antes de realizar Jesús el milagro, llama a ÉL, Cristo, Hijo de Dios y Redentor del Mundo
«Marta, tu hermano Lázaro va a levantarse»
«Señor, sé que eres de Dios, y ÉL te escucha, y al final del tiempo, Dios lo va a levantar»
«NO, Marta, no. NO hablo del día postrero, hablo del ya, de aquí, de ahora mismo. Marta, YO SOY DIOS, y tengo poder, potestad y facultad para levantarlo con una sola palabra. Me es igual de fácil levantarlo ahora que levantarlo en el día postrero, ¿Lo crees o no? NO te pido que lo entiendas, te pido que lo creas»
Esta es la pregunta que debemos de hacer frente con Jesús «¿CREES ESTO?», que nos empuja a responder y a posicionarnos con respecto ÉL. Todos, absolutamente todos enfrentaremos y atravesaremos la muerte, y para todos, absolutamente para todos, está Cristo, el vencedor y el triunfador de la muerte con esta pregunta.
Jesús se sirvió de la muerte de un amigo, y de la tristeza y el desconsuelo de 2 amigas para darnos una respuesta, LA RESPUESTA.
Marta hizo una bella confesión de fe, aún con el cuerpo de su hermano sepultado.
Juan 11:32-44 «María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Y algunos de ellos dijeron: ¿NO podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro NO muriera? Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿NO te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. YO sabía que siempre ME oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.»
Inmediatamente después aparece en escena su hermana, María, la cual se postra ante Dios Hijo, ante Jesús, en medio de una triste escena funeraria de lamento, duelo y llanto, hasta el punto que Jesús se conmovió, se estremeció en espíritu y lloró, derramando lágrimas humanas.
Si estas gotas denotaban el gran amor que le tenía Jesús, nuestro Pariente Redentor, nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4:15), ¿Qué podemos decir de aquellas lágrimas de sangre derramadas en Getsemaní escasos días después.
EL DIOS-HOMBRE, EL SIERVO SUFRIENTE, EL EXPERIMENTADO EN QUEBRANTO Y EL VARÓN DE DOLORES, LLORANDO AL VER LA MÍSERA Y PECAMINOSA CONDICIÓN HUMANA, AL VER LOS ESTRAGOS DEL PECADO, LA MUERTE.
Manda quitar el obstáculo, la piedra, y se produce el milagro, la excepcional señal de Su inconmensurable Poder Divino, y para ello agradece al Padre por la respuesta a Su oración, con quien era Uno en esencia divina y en propósito, y tras dirigirse al Padre, ahora se dirige con un autoritario grito al muerto, a un Lázaro quien ya debía oler por el proceso natural de corrupción y pudrimiento.
Los muertos NO pueden oír, NO pueden hacer nada, pero Jesús nos deja claro a nosotros hoy, y a los presentes de Betania que la Voz de Dios puede levantar aún a los muertos.
Juan 5:28-29 «NO os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su Voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.»
JESÚS ES LA VIDA MISMA, QUIEN VENCIÓ Y DESTRONÓ A LA MUERTE
Muy pocos días mas tarde, el Señor vencería y destronaría por completo a la muerte al satisfacer completamente la ley que nos condena, al pagar y llevar sobre su Cuerpo todo el pecado que nos condena. Ya sin pecado para el creyente (fue imputado, condenado, juzgado y ejecutado en Cristo) la muerte NO tiene para nosotros más que una puerta la cual es la vía y el pasadizo para ir a la Gloria Eterna de Dios.
El resultado y la consecuencia del pecado siempre es muerte (Ezequiel 18:4 y 20, Romanos 6:23 y Santiago 1:15), pero quienes ponen su fe en Cristo, quien la venció a través de la Suya, han salido del pecado, pues somos uno EN ÉL, y Su Justicia nos es imputada a nosotros, ante lo cual ya NO hay muerte, sino Vida y Vida Eterna
Como bien dijo Agustín de Hipona, tal es Su Gloria y Poder, que hizo bien en llamar solamente a uno, a Lázaro, sino todos los muertos hubieran salido inmediatamente de sus sepulcros.
NO solo dijo «¡Lázaro, ven fuera!», dándole vida, sino que además dijo de desatarle y dejarle, es decir, ÉL nos da vida y libertad, cuando nosotros estamos muertos espiritualmente, y en esclavitud.
PRIMERO DIO VIDA AL MUERTO, Y LUEGO DIO LIBERTAD AL VIVO, ASÍ ACTUÓ Y ASÍ ACTÚA AÚN.
C. Spurgeon, el «Príncipe de los predicadores» dijo lo siguiente: «La muerte viene al impío como una imposición penal, pero al justo como un llamado al palacio de su Padre: para el pecador es una ejecución, para el santo es desvestirse. La muerte para el malvado es el rey de los terrores, para el justo el comienzo de la gloria.»
NO podemos finalizar este estudio sin decir que a veces la aflicción, la enfermedad misma, la prueba y el sufrimiento sirve para eliminar un poco de autodependencia a nosotros mismos, y arrojarnos a los pies de Cristo, nuestro Señor y Salvador.
Romanos 8:28 « Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas (aún las malas y más desagradables) les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.»
Fue esta enfermedad mortal de Lázaro la que provocó que sus hermanas desearan estar más cerca de Jesús, fue la prueba de la persecución lo que provocó que David descubriera en Dios a su roca, su fortaleza y su libertador en 2ª Samuel 22, fue la prueba de obediencia a Abraham lo que provocó que lo viera a ÉL como su Proveedor en Génesis 22, y así tantos y tantos testimonios …