Se trata de una de las maneras en que Dios permite que mantengamos contacto e interacción con ÉL, comunicación personal y directa con ÉL, dónde podemos comunicarle nuestras peticiones, confesar nuestros pecados (1ª Juan 1:9) y, sobre todo, darle adoración, alabanza, agradecimiento y gloria.
Filipenses 4:6 «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias»
Colosenses 4:2 «Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias»
LA ORACIÓN ES LA COMUNICACIÓN DIRECTA Y PERSONAL DE NOSOTROS PARA CON DIOS.
De la misma manera que ÉL nos habla de manera directa mediante Su inspirada y autoritaria Palabra, así como también nos habla mediante Su cuidado providencial, nosotros también podemos hablar con ÉL, quién nos escucha y quién puede actuar en respuesta, ya sea sí, ya sea no, o ya sea aún no.
NO es algo opcional o poco importante, pues Efesios 6:18 nos dice «orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos». Para ver la tremenda importancia, basta con ver el contexto inmediato de Efesios 6, que no es otro que una continua batalla espiritual que se está produciendo, y de la cual, a pesar que Cristo ha vencido y esa victoria se consumará al final en la batalla de Armagedón, ÉL nos ha provisto de la armadura espiritual. A continuación de citar toda la armadura espiritual, Pablo nos dice que, asimismo, oremos en todo momento, que esa batalla se lidia con una actitud de oración continua.
El Catecismo Menor define la oración de la siguiente manera: «Se trata de presentar nuestros deseos a Dios, respecto a cosas agradables a su voluntad en el nombre de Cristo con confesión de nuestros pecados y agradecido reconocimiento de sus misericordias».
El teólogo Charles Hodge decía que la oración es la conversación del alma con Dios.
La propia Palabra de Dios enseña tanto la soberanía de Dios como la necesidad de la oración, y no precisamente como algo incompatibles entre sí, pues Dios ordena los medios, así como los fines de sus propósitos divinos; y la oración es un medio para que Dios cumpla su voluntad soberana.
El Dios Omnisciente todo lo sabe (Mateo 6:8), pero ÉL quiere que oremos para que nuestra dependencia y confianza en ÉL pueda aumentar crecer, de la misma manera que un niño confía y espera que su padre le provea.
Lucas 11:9-12 «Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?»
Mateo 21:22 « Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.»
También anhela y se deleita en que nuestra relación íntima y nuestro amor crezcan y se intensifiquen.
¿A QUIÉN ORAR?
Al Dios Trino, esto es a las distintas personas de la Deidad (Hechos 7:59); aunque la propia Biblia nos enseña que deben dirigirse al Padre, en el nombre y en la autoritaria posición del Hijo (Juan 16:23); el Mediador (1ª Timoteo 2:5), nuestro Sacerdote (Hebreos 4:14-15 y 7:26-27) y nuestro Intercesor, y en el poder del Espíritu Santo (Efesios 6:18).
Juan 14:13-14 «Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi Nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en Mi Nombre, YO lo haré.»
Oramos en el nombre de Jesús porque con ello reconocemos su oficio de Mediador. Y si el Espíritu santo en nuestro ayudador en la oración (Romanos 8:26-27), Cristo mismo es nuestro Sumo Sacerdote Intercesor
Aún más enfático es que se debe rechazar orar a cualquier criatura, pues es idolatría, un grave pecado que atenta y ofende sobremanera a Dios. Debemos ser categóricos y tajantes, porque así lo es la Palabra de Dios, que ni a María, ni a santos, ni a vírgenes deben ir nuestras oraciones, sino solamente a Dios.
Hechos 12:1-5 «En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura. Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua. Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.»
Esta fue una persistente oración llena de fe y de fervor, dirigida a Dios en favor de Pedro, quien sería liberado de esa prisión por el soberano designio de un Dios que escuchó el unánime clamor de Su Pueblo.
Salmo 145:18 «Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.»
REQUISITOS DE LA ORACIÓN
- Acercarnos a ÉL con total sinceridad de corazón.
- Acercarnos a ÉL con reverencia. Un ejemplo imagina que te concede una entrevista con el presidente del Gobierno, ¿Le hablarías en el mismo tono y con la misma vestimenta que si fuera tu amigo de la infancia? En este caso va muchísimo más allá, te estás dirigiendo al Rey de la Gloria, y no vale dirigirte a ÉL siendo arrogante o impertinente.
- Acercarnos a ÉL con total humildad (Santiago 4:6). Sin el anterior requisito nos dirigíamos a el según y recordando quién es EL, ahora debemos recordar quiénes y qué somos nosotros. Somos viles pecadores que hemos atentado y nos hemos rebelado contra ÉL, pero que ÉL nos ha rescatado y nos ha adoptado como hijos suyos en el Amado, y ÉL nos invita a presentarnos con valentía, pero jamás con arrogancia.
Salmo 66:18 «Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.»
Proverbios 15:29 «Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos.»
1ª Pedro 3:12 «Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.»
Si Dios solamente contestara las oraciones de personas perfectas y sin pecado, solamente podría contestar las oraciones de Jesús y nadie más. No es que si pecamos no debemos o no podemos orar, es justo al revés, es lo opuesto, si pecamos debemos buscar su perdón en la oración, confesando nuestros pecados en arrepentimiento para la reconciliación y la restauración (1ª Juan 1:9).
Debemos orar en sumisión voluntaria a la voluntad de Dios (Juan 15:7, Lucas 22:42, 1ª Juan 3:22), con la absoluta y plena confianza en que ÉL escucha nuestras oraciones y que está dispuesto a responderlas, aunque sea un rotundo NO que desagrade a la carne. Ahí es cuando debemos decir, «Sea tu Voluntad»
Juan 15:7 «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.»
1ª Juan 5:14-15 «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que ÉL nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho»
Santiago 4:2 «Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.»
Debemos orar por supuesto con fe, como si de alguna manera y alineado siempre a su voluntad, ya lo hubiéramos recibido (Marcos 11:24, Hebreos 11:1 y 6). Es por ello que resulta vital transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento para así comprobar la voluntad perfecta, buena y agradable de Dios (Romanos 12:1-2)
Seríamos hombres y mujeres de oración, si estuviéramos plenamente convencidos de que la oración, a menudo (así lo vemos en las páginas de la Biblia) cambia la manera en que actúa Dios; y que ÉL produce cambios asombrosos como respuesta a la oración (Éxodo 32:9-14, 2º Crónicas 7:14)
Oraciones egoístas o egocéntricas y no teocéntricas (Santiago 4:3), o el pecado (Isaías 59:1-2, Salmo 66:18) son obstáculos para la oración, y como consecuencia, para la respuesta a ella. El pecado es la cosa más horrible y espantosa para un Dios Santo.
Puede ser inclinado (Génesis 24:26), postrado sobre el rostro (Mateo 26:39) o de pie (Marcos 11:2)
MODELO O REGLA PARA DIRIGIRNOS EN ORACIÓN
Si toda palabra de Dios es útil para dirigirnos en la oración (Juan 5:14), bien pudiera ser los salmos de una manera muy especial. Cristo enseñó a sus discípulos, y por ende a nosotros, en ese comúnmente llamado Padrenuestro (Mateo 6:9)
El Espíritu Santo, quien habita y mora en todo creyente, nos ayuda en nuestras oraciones, ya que en nuestra condición de debilidad, nos fortalece y ayuda a interceder por nosotros, y a que el Padre nos escuche
Romanos 8:26-27 «Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.»
¿Y SI NO CONTESTA A NUESTRAS ORACIONES?
Aunque a veces un «ahora no» no es un silencio de Dios, también existe el silencio de Dios, y si creemos que no nos contesta, nos podemos unir e identificarnos con Jesús en Getsemaní (Lucas 22:42) o con el Apóstol Pablo con ese aguijón en la carne por el cual oró a Dios varias veces y solo recibió esta respuesta, «Bástate Mi Gracia»(2ª Corintios 12:8-9). Pero jamás podemos olvidar 2 cosas:
- Que todas las cosas (aún las que no entendemos, los NO de Dios, los silencios de Dios,…) a los que aman a Dios, nos son para nuestro bien (Romanos 8:28).
- Que ÉL es ha prometido que nunca nos dejará jamás ni nos abandonará (Hebreos 13:5)
LA FÓRMULA O MODELO BÍBLICO DE ORACIÓN
Más que una repetitiva y mecánica oración que debemos memorizar recitar, es una oración breve y sencillo modelo que rehúye de publicidad, exhibicionismo, pero que está lleno de dependencia y confianza en Dios. No es liturgia, es la estructura en sí misma de la oración donde primero miramos arriba, al cielo, a Dios, y después miramos a nuestro alrededor, al prójimo y sus necesidades.
El «Padre nuestro» (Mateo 6:9-13 o Lucas 11:2-4) entraña la teología de la oración, en la cual marca un perfecto equilibrio entre lo trascendente del Reino de Dios, y lo inmanente del pan diario, la protección del Padre y la tentación del diablo, la voluntad perfecta del cielo y la mayordomía terrenal, la gracia del perdón divino y la realidad del conflicto humano, la santidad de Dios y la pecaminosidad del hombre, entre el perdón divino y el rencor humano,… En definitiva, es una oración breve y sencilla, pero donde se denota la dependencia y la confianza.
«Padre nuestro que estás en los cielos», nos enseña acercarnos a ÉL con reverencia, rendición, respeto pero confianza al igual que un hijo se acerca un padre quién está dispuesto siempre a ayudar. Hay que decir que, ni aún los cielos de los cielos pueden contenerlo (1ª Reyes 8:27). Somos hijos que estamos lejos de casa.
«Santificado sea Tu Nombre», es la primera petición de esa oración del Padrenuestro donde le pedimos a Dios que nos guíe y nos capacité para que ÉL sea glorificado en todo y en todos. Es el corazón del tercer mandamiento (Éxodo 20:7), que ÉL sea reverenciado, exaltado, honrado y glorificado, simplemente porque le pertenece por derecho propio. Soy un adorador.
«Venga Tu Reino», es la segunda petición y pedimos que el Reino ,que ha sido inaugurado pero aún no está consumado, vaya avanzando y prosperando, que más gente sea introducido en él, y que Cristo venga pronto a traer paz y justicia. Soy un súbdito.
«Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la Tierra», es la tercera petición dónde rogamos que Dios, por Su gracia nos capacite a estar dispuestos para conocer, obedecer y someternos a su perfecta voluntad en todas las cosas, tal y como los ángeles servidores hacen en el cielo. Soy un siervo.
«El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy», es la cuarta petición dónde aprendemos el cuidado providencial que Dios tiene de nosotros, así como someternos a depender enteramente de ÉL, y gozarnos de su bendición y provisión. Soy un mendigo que suplica.
«Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores». Así como Dios, por medio de Cristo, nos perdonó gratuitamente todos nuestros pecados, de igual manera nos estimula a pedir que, por su gracia nos capacita para tener un corazón capaz de poder perdonar a otros. Esta petición es el núcleo central de la oración. Soy un pecador que confiesa. La Biblia nos enseña sobre orar aún por nuestros enemigos en Mateo 5:44, Lucas 23.34 o Hechos 7:60
«Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal» es la última y sexta petición dónde rogamos que seamos libres de ser tentados para pecar, o que nos ayude y que nos libre cuando seamos tentados a causa de nuestra concupiscencia. Soy un pecador en riesgo y peligro de ser un pecador aún mayor.
«Porque tuyo es el Reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos amén» es la conclusión de la oración del Padre nuestro dónde se nos enseña a recibir solo de Dios nuestro ánimo para la oración así como alabarle y darle a ÉL, el reino, el poder, y la gloria.
Seamos hombres y mujeres de Dios como Moisés (Éxodo 15:24-25), como Ana (1ª Samuel 1:27), como su hijo Samuel (1ª Samuel 12:23), como Daniel (Daniel 6:10), como Gedeón (Jueces 6:39), como Elías (1ª Reyes 18:37-38) como David (Salmo 119:62 y 164), como Esdras (Esdras 8:23), como Zacarías (Lucas 1:13), como Pedro y Juan en Hechos 3:1, como John Wesley, como George Whitefield, como George Muller…
¿POR QUÉ? PORQUE DIOS ESCUCHA NUESTRAS ORACIONES
ÉL lo ha prometido en el Salmo 91:15, en Lucas 11:9 o Juan 15:7 entre otros.
Salmo 142:1-2a «Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí; escucha mi voz cuando te invocare. Suba mi oración delante de ti como el incienso (…)»
Apocalipsis 5:8 «Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos»