En el anterior tema hemos estudiado y defendido que Jesús es Dios, y ahora toca hacer lo propio con Su plena humanidad, la cual tampoco ha estado carente de errores, malinterpretaciones, herejías y rechazo a lo largo de la historia, máxime en esta época postmoderna llena de teólogos liberales empeñada en humanizar y revestir de carne al Verbo Divino, al Hijo de Dios. NO necesitan, en absoluto, revestirlo de carne, ÉL se encarnó y humanizó como tal. Siendo plenamente hombre, les trajo a Dios a los hombres, haciéndolo visible y palpable en términos y medios humanos.
Si nuestra redención depende de que Aquel que yacía en la cruz era divino, no menos importante es, que a la vez, debía ser humano. Si Jesús fuera solo Dios y no verdaderamente hombre, ÉL no podría salvarnos.
Desde el principio de la Iglesia, los gnósticos negaban su humanidad, al considerar ilógico e irracional que el Dios Santo y Bueno, diferente y separado de todo lo demás, pueda ser material como nosotros e incluso tener algún contacto con pecadores, y de ahí su invención de las largas emanaciones angelicales jerarquizadas que se fueron degradando de nivel hasta llegar al nivel de la materia misma, siendo Cristo una de esas emanaciones de Dios.
Más tarde, por el siglo IV dC, surgió otra herejía, llamada el Apolinarismo, la cual debe su nombre al Obispo de Laodicea, quien argumentaba que Jesús NO era humano, que era un ser divino encarnado en un cuerpo sin alma humana.
Pablo en Colosenses, y Juan en su 1ª Carta (1ª de Juan) van a refutar dura y directamente estas herejías que tanto daño hicieron en los 3 primeros siglos de la historia de la Iglesia:
Colosenses 1:15 «ÉL (Cristo) es la imagen («Eikon», representación perfecta y exacta de Dios, de ahí se deriva la palabra icono) del Dios invisible, el primogénito («Prototokos» el 1º en importancia y rango de todo, como dice el Salmo 89:27) de toda creación (…)»
1ª Juan 1:1-2 «Lo que era desde el principio (El Eterno Dios. Génesis 1:1 y Juan 1:1), lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos (enfatiza la realidad física de Jesús, que hubiera sido imposible emplear estos término en caso de ser una mera realidad espiritual) tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó)»
1ª Juan 4:3 «y todo espíritu que NO confiesa que Jesucristo ha venido en carne, NO es de Dios; y este es el espíritu del anticristo (negar que Jesús es Dios encarnado y manifestado en carne es parte del programa del anticristo), el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.»
JESÚS PARTICIPÓ DE LA NATURALEZA Y CUALIDADES PROPIAS HUMANAS.
Si Jesús fue pleno y verdadero Dios, a la vez que pleno y verdadero humano, es propio decir que en ÉL, Dios y el hombre se hicieron una persona, la cual es única, diferente a todas las demás que han vivido o vivirán en la Tierra. La revelación del perfecto Dios, y del perfecto hombre, en la persona única de Jesús, es el mayor acontecimiento habido y por haber.
En Cristo, en la persona de Jesús, el Dios Eterno vino a vivir y a estar en este finito mundo. Entró en el mundo humano y sintió todo lo que los hombres sienten; por eso es nuestro Sumo Sacerdote compasivo, misericordioso y fiel (Hebreos 4:15)
- ÉL estuvo cansado (Juan 4:6), pero es el que ofrece descanso a los cargados y trabajados (Mateo 11:28).
- ÉL es el Pan de Vida (Juan 6:35) y a la vez tuvo hambre (Mateo 4:2)
- ÉL, que tuvo sed (Juan 19:28), es el Agua de la Vida (Juan 7:37)
- Estuvo en auténtica agonía (Lucas 22:44) y dolor (Isaías 53:5), curando y aliviando dolencias y enfermedades.
- ÉL es Eterno, aunque creció en edad y estatura como todos los hombres.
- ÉL sufrió la tentación (Mateo 4:1), aunque como Dios NO puede ser tentado (Santiago 1:13)
- ÉL se limitó a SÍ Mismo en conocimiento (Lucas 2:52), siendo ÉL la misma Sabiduría de Dios
- ÉL que es la Vida (Juan 11:25-27 y 14:6) y El Eterno, murió por nosotros (1ª Corintios 15:3).
- ÉL tuvo tristeza (Mateo 26:37), sueño (Lucas 8:23-24), hermanos y hermanas (Juan 2:12, Mateo 13:55-56)
- ÉL, siendo el Todopoderoso, se hizo débil. Siendo la vida, la entregó hasta morir, siendo Santo, ocupó el lugar reservado para el peor pecador, y siendo el Juez, fue juzgado y ajusticiado.
ÉL ES EL HOMBRE IDEAL PARA DIOS, Y EL DIOS IDEAL PARA EL HOMBRE.
Es el Dios Creador haciéndose como la criatura creada, resumiendo en Sí mismo la perfección de una raza caída. El creador del hombre, haciéndose como en hombre creado.
Para nuestra comprensión es algo insondable, profundo e incomprensible, pero en ÉL, en Su Persona habían 2 naturalezas plenas y verdaderas, las cuales no sumaban ni restaban una respecto a la otra, ni se mezclaban, alteraban, fusionaban o entrelazaban entre sí: Su naturaleza divina era total y plena, y Su naturaleza humana es total y verdadera; aunque lo que hacía en relación a una naturaleza o la otra, lo hacía siempre la persona del Hijo de Dios, ya que la unión de dichas naturalezas ocurrían en su misma persona.
Como hombre (NO como Dios) podía padecer, sufrir, agonizar y era mortal, aunque la muerte NO supuso el fin de Su Persona misma. Como Dios, era Omnisciente, Omnipotente u Omnipresente, pero en todo, la persona era la misma, la del Hijo de Dios, la de Jesús.
El Concilio de Calcedonia en el 451 d.C. arrojó mucha luz sobre la relación entre divinidad y la humanidad en Cristo, a la vez que disipó y refutó dudas y herejías. Hoy es imposible tener un cristología fiel a la Biblia si no es calcedoniana, ya que ésta es una continuación de la cristología apostólica.
El poeta ingles del siglo XVII y XVIII Lord Byron dijo lo siguiente: «Si alguna vez el hombre fue Dios o dios hombre, Jesucristo fue ambas cosas»
IMPLICACIONES PARA JESÚS POR SU HUMANIDAD
Salmo 113:5-6 «¿Quién como Jehová nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra?»
Para El Señor del Cielo, mirar abajo, a la Tierra era una humillación, ¡Cuánto más fue para ÉL el hecho de dejar Su Trono, su Gloria y hacerse pleno y verdadero humano como nosotros!. La encarnación y humanidad del Divino Verbo supuso ese «estado de humillación», previo al «estado de exaltación» que Pablo alude en Filipenses 2:5-11. Dios mismo ha tenido que bajar y descender hasta donde estamos para recogernos y devolvernos a ÉL.
Jesús, tras encarnarse, sufrió limitaciones y debilidades propias de la naturaleza humana que tomó y adquirió.
- TENÍA UN CUERPO HUMANO: Nació físicamente como cualquier bebé de una madre humana (Lucas 2:7), creció en estatura como cualquier niño (Lucas 2:40 y 52). Como hemos visto antes, se cansó, tuvo sueño, hambre, sed, ira santa (Juan 2:15), compasión (Mateo 9:35-36), sorpresa (Lucas 7:9), amor (Juan 11:5), se debilitó físicamente tras el ayuno de 40 días, hasta el punto de ser atendido por ángeles (Mateo 4:11), sufrió frío en invierno (Juan 10:22-23) y calor en verano (Juan 4:6) pero sobre todo, Su Cuerpo humano murió en la cruz (Lucas 23:46), aunque se levantó de entre los muertos a los 3 días, pero ya esta vez con un cuerpo humano sí, pero perfecto y glorificado, no sujeto a la corrupción, la debilidad o la muerte (Lucas 24:39). Con ese mismo cuerpo resucitado y glorificado ascendió al Cielo a los 40 días, y con ese mismo cuerpo, y de la misma manera que se fue, así volverá (Lucas 24:50-51 y Hechos 1:9)
- TENÍA UNA MENTE HUMANA: ÉL crecía en sabiduría (Lucas 2.52), aprendiendo como los demás niños en todo; andar, comer, hablar, leer, escribir (Hebreos 5:8); aunque, y todo sea dicho, es destacar que al NO participar de la naturaleza de pecado como todos nosotros por el pecado original, Su intelecto, Su mente y Su raciocinio eran muy superiores a todos los demás, ya que NO estaba contaminada ni afectada, mermada ni debilitada por el pecado, tal y como se puede ver al niño Jesús de 12 años en el Templo sorprendiendo e instruyendo a los eruditos con Su profundo conocimiento (Lucas 2:41-50).
- TENÍA UN ALMA Y EMOCIONES HUMANAS: Poco antes de la cruz, ÉL dijo que su alma estaba turbada (Juan 12:27), y se conmovió en espíritu al anunciar la traición de Judas (Juan 13:21), luego en Getsemaní sufrió hematidrosis, debido al estrés del momento, a la presión que hizo que los finos capilares de su rostro se reventaran y sudara sangre (esto mismo ha ocurrido en algunos prisioneros de guerra que son capturados). Asimismo igualmente se maravilló por la fe del centurión (Mateo 8:10), lloró ante la tumba de su Amigo Lázaro de Betania (Juan 11:35), oraba lleno de emoción y compasión (Hebreos 5:7), y entregó su espíritu (Juan 19:30). en definitiva, Jesús fue «perfeccionado» en Su humanidad; puesto que aprendió la obediencia por medio del sufrimiento.
En definitiva, hay una identificación plena de Jesús con la humanidad, excepto con respecto a una doble distinción vital: Cristo NO tiene pecado ni concupiscencia, no tiene una naturaleza adámica heredada desde la caída, nosotros sí; y además ÉL obedece perfectamente al Padre y nosotros no. Jesús NO solamente es un hombre tal como nosotros, pero moralmente mejor, ÉL es el perfecto hombre.
ENCARNACIÓN
Es imposible hablar de la Humanidad de Cristo sin mencionar el nacimiento virginal profetizado en Isaías 7:14, al igual que es imposible hablar de este nacimiento único y excepcional en toda la historia de la humanidad sin profundizar en la Encarnación de la 2ª persona de la Deidad, donde Dios, sin dejar de ser Dios, asumió para Sí una naturaleza humana, la cual unió a la divina, que sería «opacada» por los ropajes de carne y hueso que ÉL escogió ponerse. La encarnación no era opcional; era una necesidad absoluta e imperiosa para nuestra redención.
ÉL fue concebido en el vientre de la joven y virgen María, Su Madre terrenal, por intervención y obra de la 3ª persona de la trinidad, el Espíritu Santo, sin tener un padre humano y biológico, haciéndole de esta manera libre de la naturaleza caída, pecaminosa, corrupta y depravada, esto es, del pecado original. Ese fue el mayor hito y acontecimiento que jamás pueda haber.
Jesús NO descendía de Adán de la misma manera que todos nosotros lo hacemos, y la poderosa obra del Espíritu Santo no solo previno la transmisión del pecado de José (al NO tener padre humano), sino que además le preservó del pecado de su madre María,… «por eso el Niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios» (Lucas 1:35)
Aunque como toda doctrina cristológica, el nacimiento virginal también tuvo herejías, en este caso procedente de la secta de los judíos conocida como los ebionitas, quienes manifestaban que Cristo fue engendrado como cualquier otro ser humano, desechando Su nacimiento virginal y excepcional. Para ellos, Jesús era un mero y vulgar hombre, aunque muy cuidadoso y observante de la Ley, de ahí que Dios lo escogiera a ÉL.
Juan 1:14 «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.»
Romanos 8:3 «Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne (…)»
1ª Timoteo 3:16 «E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en Gloria.»
Pablo lo llamó el Misterio de la piedad, C. Spurgeon dijo: «¡Maravíllate con este misterio, el Eterno se convirtió en un bebe!»
El nacimiento virginal y la encarnación de Dios Hijo es anunciado y evidenciado en las páginas de ambos testamentos, ya desde la caída, en Génesis 3:15 cuando Dios le dice a la serpiente que una simiente (comparte la misma raíz que la palabra «semilla») o descendencia de una mujer vendría a asestar un único y certero golpe mortal. Pablo identifica dicha simiente en Gálatas 3:16 con Cristo.
700 años antes de este único acontecimiento, 2 profetas nos dirían 2 cosas muy importantes; Isaías 7:14 nos dice que «Dios con nosotros», Emanuel, nacería de una joven virgen, y Miqueas 5:2, que dicho nacimiento tendría lugar en la misma aldea donde espigó Rut la moabita, y donde nació otro rey, David, esto es, Belén de Judea. Y así fue.
¿POR QUÉ JESÚS DEBÍA SER PLENO Y VERDADERO HOMBRE?
ÉL es el Creador del hombre, el Hijo del hombre (Daniel 7:13ss), y a través de la Encarnación, recabó para Sí Mismo la naturaleza humana, la cual resumió y representó a la absoluta perfección, haciéndolo con derecho propio por ser el autor de ella, el Creador, además del Redentor y Sustentador.
Para Dios Padre, Cristo es el hombre perfecto e ideal, el estándar y el modelo. ÉL es el varón de dolores de Isaías 53, pero a su vez el varón perfecto de Efesios 4:13.
1.- PARA REVELAR A DIOS:
Jesús es la exégesis del Padre, mejor dicho, el exégeta del Padre (Juan 5:19-20), dándonos la revelación absoluta, plena, completa y definitiva de Dios. Si Moisés (y solo él) no pudo más que ver de pasada la espalda de Dios, quien le cubrió y protegió de Su propia Gloria, ahora Dios mismo se presenta con esa misma Gloria, pero humanizada. La Transfiguración fue un atisbo de esa refulgente gloria, la cual sí contempló Moisés.
Aunque Dios se reveló de muchas maneras (Creación, sueños, visiones, profetas, milagros, señales prodigiosas, y aún a través de los Apóstoles del Nuevo Testamento), en este último tiempo se ha revelado de una forma total, especial y personal en Su Hijo (Hebreos 1:2) quien es el Logos del Padre, la Palabra viva y personal de ÉL (Juan 1:1 y 1:14), y la Sabiduría Eterna de Dios, la misma que es descrita en Proverbios 8:22-31
Los hombres NO podían ver a Dios (Éxodo 20:19), pero mediante Cristo, los hombres vieron a Dios mismo en términos tan comprensibles y accesibles como que era uno de entre ellos (Juan 1:18, 5.19-20, 10:38 y 14:8-10)
2.- PARA SER NUESTRO OBEDIENTE REPRESENTANTE:
Si Adán fue nuestro representante escogido por Dios, nuestra cabeza federal representativa en el Edén, y debido a su desobediencia todos caímos en él, de manera similar, Jesús es el 2º Adán, nuestro nuevo y mejor representante, la cabeza federal y representativa de una nueva humanidad.
Un ejemplo fácil podría ser la figura diplomática del presidente de una nación, quien al declarar la guerra a otro país, o al firmar un tratado de paz, éste lo hace como cabeza representativa de toda la nación.
Jesús debía vivir una vida perfecta como hombre, una vida recta donde tenía que cumplir con toda justicia, y obedecer cada letra y cada tilde de la Ley, en definitiva, ÉL debía de vivir por nuestra justicia, para que mediante la fe en ÉL, ésta nos sea imputada, otorgada y aplicada debido a nuestra unión con él, como si nosotros hubiéramos vivido Su Vida. Ver Levítico 18:5.
Es por eso que NO solamente vino a morir por nosotros para dejarnos sin pecado, pues en ese caso le hubiera bastado haber venido ese viernes santo, sino que además ÉL vino a vivir por nosotros para hacernos justos, y es por eso que nace como cualquier otro niño, es circuncidado a los 8 días y presentado en el Templo, fue bautizado en el Jordán diciéndole a Juan «El Bautista» que le era necesario hacerlo para cumplir con toda justicia. En definitiva, ÉL, siendo el representante de Su Pueblo, cumplió toda la Ley.
Romanos 5:18-19 «Así que, como por la transgresión de uno (Adán, que significa «Humanidad»), ) vino la condenación a todos los hombres (todos estábamos representados en él), de la misma manera por la justicia de Uno (Cristo, el Mejor y verdadero Adán) vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.»
ÉL fue el supremo representante del hombre, obedeciendo en nuestro lugar, por nosotros, quienes NO podíamos obedecer desde, precisamente, el Edén, debido a nuestra depravidad, nuestra corrupción moral y naturaleza pecaminosa que nos tienta constantemente a pecar y nos separa de Dios.
3.- PARA SER NUESTRO SUFRIENTE SUSTITUTO:
ÉL pagó el costoso precio de nuestra entrada al cielo, y lo hizo subiéndose en la cruz del Monte Calvario.
Isaías 59:1-2 «He aquí que NO se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para NO oír.»
Dios NO va a condenar al hombre (En Cristo), pero tampoco lo va a absolver ni declarar amnistía sobre él, sino que lo va a sustituir en Su Juicio por el pecado, el cual se dio en lo alto del Monte Calavera.
Esto es tan simple como decir que si un hombre se rebeló, desobedeció y cayó, un hombre debe ser juzgado, condenado y ejecutado. Ver estudio sobre la Caída: https://detalmanera.com/la-caida/
Adán contrajo una deuda insalvable para nosotros, y solamente alguien que NO tuviera pecado, alguien excepcional podía pagarla, y ese alguien sólo puede ser Cristo, quien debido a que es Dios Eterno, el sacrificio que Él realiza es de un valor infinito, capaz de redimir a todos los pecadores de todas las épocas de cualquier pecado.
ÉL NO socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham, por lo cual era estrictamente necesario ser en todo semejante a Sus hermanos, participando de carne y sangre para expiar y ser propiciación por los pecados de aquellos (Hebreos 2:14-18). Dicho de otra manera, Jesús tuvo que hacerse hombre y NO ángel porque Dios se interesó en salvar y redimir a los hombres y NO a los ángeles.
La Perfecta Justicia de Dios exigía, demandaba y requería que quien debía morir sería el hombre, por la simple razón de que un hombre cayó, pecó y se reveló a Dios, y, por tanto, el hombre debe morir.
El hombre quebrantó la Ley de Dios, el Hombre debía morir bajo SU Ira, con el peso de SU absoluta y perfecta justicia, tal y como demanda (ver Ezequiel 18:4 y 20 y Romanos 6:23), pues la paga y la consecuencia del pecado es muerte, tal y como se lo advirtió a Adán ya en el Edén en Génesis 2:17.
Hebreos 10:4 nos dice que la sangre de los toros y de los machos cabríos NO puede quitar ni expiar los pecados, sino que más bien es una imagen, un símbolo preparatorio de lo que Dios va a efectuar, esto es, el Perfecto sacrificio una vez y para siempre.
Todo el sistema levítico fue una preparación para el Pueblo, que les revelaba su pecado, su condición y que ante ello, vendría el Perfecto y Verdadero Cordero Pascual, siendo hombre como ellos. Fue, dicho de otra manera, un progresivo desarrollo providencial que señalaba y apuntaba a la gran realidad que, en el cumplimiento perfecto del tiempo, vendría.
Este Sacrificio de Cristo fue expiatorio al quitar de en medio y limpiar el pecado, pues fue colocado, atribuido y vertido enteramente sobre ÉL, y, a su vez, fue propiciatorio, al aplacar, apaciguar y calmar la Ira de un Dios Santo contra nosotros, pecadores todos, y merecedores de Su Juicio.
Es precioso y alentador pensar constantemente que el mismo Dios que, en SU Perfecta Justicia condena al malvado pecador, se haga hombre como ellos, muriendo en lugar y sustitución de ellos, la muerte y el juicio destinado y reservado para ellos. El juez siendo juzgado y ajusticiado para salvar a los verdugos.
Ver un estudio sobre la obediencia activa y pasiva de Cristo que, de por seguro, arrojará luz a ese papel de representante y sustituto.: https://detalmanera.com/el-triunfo/
Debido a todo lo anterior, a que ÉL es Dios y hombre, es que es el único, perfecto y todosuficiente mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (1ª Timoteo 2:5), el único Pontífice, esto es, constructor de puentes, quien ha establecido uno entre Dios y el hombre, entre Creador y la criatura.
Necesitábamos un Mediador que pudiera representarnos ante Dios, y que pudiera representarnos a Dios; sólo hay Uno que puede cumplirlo y hacerlo, Jesús. Un sacerdote tiene que participar de la naturaleza de las personas por las que oficia. Un verdadero sumo sacerdote, por lo tanto, tenía que ser «tomado de entre los hombres», tal como dice Hebreos 5.
Asimismo ÉL es el gran sumo sacerdote, quien tras ofrecer el Sacrificio, se sentó en el Trono en las alturas para mediar e interceder en favor de Su Pueblo, quienes somos real sacerdocio (1ª Pedro 2:9).