Todas y cada una de las personas que tuvieron el privilegio de encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal, vivieron un antes y un después en su vida. Tanto si recibieron un milagro, una sanidad, una palabra, no volvieron a ser los mismos.
La protagonista del encuentro de hoy, tuvo un encuentro precioso con Nuestro Señor, un encuentro que como digo cambió su vida. Ella estaba sentenciada a morir, no había ninguna esperanza para ella, pero la llevaron ante Nuestro amado Señor Jesucristo…
Hoy nos trasladamos a la Jerusalén de hace aproximadamente 2000 años, unos seis meses antes del día que cambio el transcurso de la humanidad, el día que Jesucristo murió en la Cruz llevando el peso de todo el pecado de la humanidad.
Durante el capítulo 7 del Evangelio de San Juan, se había desarrollado en Jerusalén la llamada fiesta de los Tabernáculos. Dicha fiesta era una de las tres más importantes de los judíos y obligaba a todos los varones a asistir a la misma. Se cuenta también que era la que con mayores expresiones de júbilo se celebraba pues el mismo Dios manda a regocijarse durante esta fiesta.
Lv. 23:40 ¨ Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días.
Durante esta fiesta, Dios mandaba que todo natural de Israel habitara en tiendas en Tabernáculos, para memoria que en Tabernáculos había hecho Dios habitar a los hijos de Israel cuando fueron libertados de Egipto. Esta fiesta es la última del año, la última cosecha.
En todo este ambiente, los fariseo incluso quisieron prender a Jesús, pero dice la Escritura que no era su tiempo todavía. El ministerio de Jesús se había vuelto incompatible con el sistema religioso Fariseo. Pues no paraba de afrentarlos públicamente y dejarlos en evidencia.
Y llegamos al pasaje que nos ocupa hoy, Evangelio de San Juan 8:1-11 (RVR 1960)
1 y Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
La noche anterior se había celebrado una reunión del Sanedrín, el máximo órgano judío, y tuvieron discusiones acerca de si Nuestro Señor era o no era el Mesías, Nicodemo había defendido a Jesús y dijo algo muy interesante
¨ Evangelio de San Juan (RVR 1960) 7:51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?
52.Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta. «
Hay por lo menos un caso de un profeta de Galilea, el profeta Jonás. Pero claro, suele pasar que nos olvidamos de lo que no nos conviene…
Iban a escuchar a Jesús y no iban a tardar en hacerlo.
Nuestro Señor Jesucristo, se había retirado durante la noche a orar en el Monte de los Olivos. A la mañana siguiente se dirigió al Templo a continuar enseñando y predicando. Nuestro Señor no perdía su tiempo, oraba, predicaba, enseñaba…tristemente nosotros perdemos nuestro tiempo con bastante facilidad y nos desorientamos de la Gran Comisión que nos dejó Nuestro Señor, de ir por todo el mundo predicando el Evangelio.
¨3. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio¨
Creerme si os digo y seguro que os lo podéis imaginar, que no la llevaban entre paños delicados y con cuidados, ni siquiera como a día de hoy son transportados los delincuentes. Seguro que la llevaban dándole golpes, rompiendo sus ropas, arrastrando de los pelos, etc.
El acto de adulterio era una condena inmediata ante la Ley , aparece en
Levítico (RVR 1960) 20:10 ¨Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos¨
Según dice la Palabra, no se podía negar el hecho de esa transgresión pues cita textualmente que había sido sorprendida en adulterio.
Se nos presenta una persona culpable ante la Ley, una persona sin esperanza, condenada a morir y de una manera sangrienta, a pedradas y los que primero lanzarían las piedras serían los testigos, seguidos de los demás. Pero es interesante que la Ley cita que tanto el hombre como la mujer debían morir lapidados. Y si habían sido sorprendidos en el acto mismo, ¿dónde estaba el adultero?
Vemos pues que lo que querían era desacreditar a Jesús públicamente, de una manera o de otra. Este hecho pone en evidencia clara que ellos no estaban interesados en hacer cumplir la Ley, pues sólo habían arrestado a uno de los responsables.
Aquí vemos como traen a una mujer CULPABLE ante la Ley.
Continuemos con los siguientes dos versículos:
¨5.y en la Ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
6.Esto decían probándolo, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo¨
Culpable, como ya he dicho, la Ley en ese aspecto era clara, no había manera de suavizarla, pero verdaderamente querían probar a Jesucristo y Nuestro Señor, sabía lo que había en el corazón de ellos como dice San Juan 2:25.
Nuestro Señor no se uniría a ellos acusándola en gritos, es más, hizo como que casi ni les oía. Y se puso a escribir en el suelo. Esto es un auténtico misterio, no cita la Palabra lo que Nuestro Señor escribía. Jesucristo es el protagonista acerca del cual se han escrito más libros de toda la Historia, pero solo en este momento se le recoge escribiendo.
Lo que escribió, pues exactamente no lo sabemos, el caso es que no lo recoge así la Palabra.
Los Escribas y Fariseos querían utilizar la punta del iceberg para acabar con Nuestro Señor Jesucristo, querían usar el pecado de esa mujer para desacreditar a Nuestro Señor. Cuando no se daban cuenta que TODOS HAN PECADO, todos en un momento u otro HEMOS PECADO. Estaban mirando la paja del ojo ajeno, pero no la viga que se encontraba en el suyo.
Seguimos con los siguientes versículos, del 7 al 9
¨ 7. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: EL QUE DE VOSOTROS ESTÉ SIN PECADO SEA EL PRIMERO EN ARROJAR LA PIEDRA CONTRA ELLA.¨
8.E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
9.Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, fueron saliendo uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los más jóvenes; sólo quedaron Jesús y la mujer que estaba en medio.¨
Ellos no contaban con esta respuesta por parte de Nuestro Señor Jesucristo. Ellos esperaban o que la condenara o que no. Si la condenaba, quedaba en evidencia ante los pobres de la sociedad a los cuales les predicaba. Si no la condenaba, quedaría en evidencia ante los religiosos, que tendrían un motivo para arrestarlo pues habría pasado por alto la Ley.
No contaban con que Nuestro Señor le diera la vuelta. Estaban cegados con la viga de su ojo. Ninguno de ellos estaba libre de Pecado. Ante la ley TODOS habían pecado, todos menos Nuestro Señor Jesucristo. Y qué hacen…se marchan…estaban ante Jesucristo, les había desmontado por completo y había dejado en evidencia su condición pecadora…y se marcharon, ante tal revelación, no reconocieron sus pecados y pidieron perdón sino que se fueron.
Tristemente a día de hoy tratamos de hacer lo mismo, tratamos de sistematizar a nuestro Señor, pensamos que todo es ¨A¨ o ¨B¨, no nos damos cuenta de que no podemos encasillar a nuestro Señor, que lo que para nosotros es ¨A¨o ¨B¨, para ÉL puede ser C. Queremos con doctrinas de hombres encasillar la Palabra Perfecta inspirada por Dios.
La única que se quedó fue la adultera, bien podría haber huido, pero no, allí se quedó, ARREPENTIDA ante Jesús. Arrepentida ante su condición pecadora.
Esta mujer era culpable ante la Ley, ¿acaso estaba Nuestro Señor Jesucristo anulando el sistema Mosaico? De ningún modo, lo que estaba era colocando su Cruz entre la mujer y su pecado iba a pagar por ella.
Era el único que podía condenarla allí y fijaos lo que dicen los siguientes dos y últimos versículos de esta porción:
¨10. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11.Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más¨
Nuestro Señor Jesucristo iba a pagar por ella y por todos. Dios Padre iba a colocar sobre Dios Hijo todos y cada uno de los pecados de la humanidad sobre ÉL en la Cruz. Ese ¨vete y no peques más¨, es ve y deja tu vida de pecado.
Muchísimas personas se encuentran ahí fuera condenadas ante la Ley Santa, Justa y Perfecta de Dios. Nuestra obligación es obedecer a la Gran Comisión e ir y predicar el Evangelio. Expresarles que estando YA condenados, Nuestro Señor Jesucristo pagó en la Cruz por ellos, para que ARREPINTIÉNDOSE de su vida pasada, dejando esa vida condenada por la Ley de Dios, y depositando su FE genuina en la obra de Nuestro Señor en la Cruz, son declarados INOCENTES.