Siguiendo el establecido orden lógico, cronológico y teológico donde hemos visto, entre otros, la Revelación de Dios, la creación y posterior la caída, sus consecuencias y el eterno plan, ahora nos centramos en ese Redentor que llevará a cabo dicho plan.
Iniciamos la lectura de la Biblia con las tajantes e inspiradas palabras sobre un Dios Creador, que es trascendente y muy por encima de Su Creación, donde se nos dice que «En el Principio creó Dios los cielos y la tierra…»
Es en otro comienzo, éste ya en el Nuevo Testamento, donde hallamos palabras similares, ya que el Apóstol Juan nos dice que precisamente en ese mismo principio, en ese comienzo aludido por el primer versículo de la Biblia, Génesis 1, «era (habla en pasado, estaba ya, existía continuamente) el Verbo, y el verbo era/estaba con (junto a, cara a cara con) Dios, y el Verbo era Dios (…) y ese Verbo fue hecho carne y habitó/acampó ente nosotros (…)»
Ese Verbo («Logos» en el griego original, de donde procede la palabra lógica), ese concepto griego, abstracto y filosófico que explicaba el orden y el origen de todo el Universo, esa palabra, pensamiento o concepto inicial, NO era un principio filosófico ajeno, sino que era una persona, y esa persona no es otra que CRISTO. Aún en el mundo filosófico el «Logos» era un principio que no podía ser conocido por el hombre, que gobernaba el universo y le daba coherencia, pero Juan fue más allá y dijo que no solamente sí podía conocerlo el hombre, sino que ese «Logos» se había revelado al hombre, haciéndose uno mismo de ellos.
Ambas frases, Génesis 1 y Juan 1, empiezan igual «En el principio…»; pero mientras en Génesis habla del Dios creando, en Juan enfatiza más al Dios Creador que a la propia creación en sí, tratando de demostrar que Jesús siempre ha existido y que en el momento de la creación, estaba junto al Padre, en una relación de unión estrecha e íntima (prácticamente uno es en el otro, pero sin perder cada uno su individualidad) participando activamente en la actividad creadora del mundo.
Hablar de Jesús es hablar de una persona (ÉL es pleno y verdadero hombre) distinta a cualquier otra que jamás haya existido, ni que jamás existirá, pues ÉL es Eterno y poseedor de Vida propia en Sí Mismo. ÉL es la fuente de toda vida, ya sea física como espiritual.
ÉL es pre-existente, es decir, ÉL existía mucho antes del nacimiento humano físico en el pesebre de Belén hace más de 2.000 años. No importa cuán atrás se vaya uno en la línea del tiempo, Cristo ya existía de manera continua, plena, total y perfecta. NO hay, ni habrá, un momento en la historia en que no hubiera estado o existido Cristo el Hijo de Dios
NO hay duda alguna de la deidad de Cristo (Jesús es Dios), pero si debemos escoger un versículo donde podamos hallar Su Eternidad, sin duda debemos ir a Isaías, quien vivió unos 700 años antes del nacimiento de Jesús.
Isaías 9:6 «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.»
Aquí el profeta Isaías hace una clara distinción entre Nacido y Dado; entre Niño (naturaleza humana) e Hijo (Naturaleza Divina).
1.- “NIÑO nos es NACIDO”, Como hombre humano nació, y tuvo comienzo en un pesebre de un humilde poblado llamado Belén hace más de 2.000 años. Su Humanidad como tal sí tuvo un claro inicio. a través del Jesús hombre, Dios se hizo visible y palpable en nuestros términos.
En medio de la oscuridad de la noche, en aquel Pesebre de Belén, nació la Luz del Mundo.
2.- “HIJO nos es DADO”, como Hijo de Dios, El Padre nos lo dio, nos lo entregó; ÉL NO tuvo comienzo ni principio, ÉL existía desde la Eternidad pasada. Pero no sólo eso, sino que si acabamos de leer este espectacular versículo tan leído y meditado en fechas navideñas veremos que dice igualmente de ÉL; Dios Fuerte y Padre Eterno.
ÉL NO FUE CREADO, ÉL SIMPLEMENTE VINO A LA TIERRA Y DESCENDIÓ DEL CIELO. DE CREADOR A REDENTOR
El Apóstol Pablo nos dice algo similar en la carta dirigida a los habitantes de Galacia, escribiendo en el capítulo 4, que cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley (Gálatas 4:4), con un fin redentor, tal como marcaba aquella promesa de Genesis 3:15, que resonaba en la mente y corazón del pueblo.
Dios no tomó a un hombre que ya había nacido y lo envió; ÉL envió a su propio Hijo Divino, quien estaba cara a cara con ÉL dese siempre, para que fuera humano, al igual que el dueño de la parábola de la viña, quien envió en última instancia a su hijo (Marcos 12:6). Como dice Filipenses 2, ÉL había estado eternamente en forma de Dios, siendo igual a Dios (plenamente divino), y ahora había tomado para sí, una naturaleza humana plena (excepto sin pecado ni concupiscencia) para llevar a cabo su obra en beneficio de la humanidad, y para su gloria.
El Padre, como bien dice el versículo que da nombre a esta web (Juan 3:16) ha dado a Su Hijo Unigénito para que todo aquel que en ÉL crea no se pierda, más tenga vida eterna.
ES INDUDABLE QUE CRISTO EXISTIÓ ANTES DE QUE SE HUBIERA HUMANIZADO.
Si Cristo es Dios, ÉL es Eterno, y viceversa, si ÉL es Eterno, ÉL es Dios, y NO un dios o un ser creado como creen y afirman la secta de los Testigos de Jehová o los Mormones. Negar Su Eternidad, implica negar Su Deidad, pues ambas son inseparables; y negar Su deidad te hace o convierte en cualquier cosa menos en cristiano.
Pero estas herejías, lejos de ser novedosas, no son sino una continuación de la herejía del siglo III dC conocida como arrianismo (de su líder Arrio), donde dice que Jesús fue creado por Dios Padre y que tuvo un inicio y un principio, no siendo por tanto Dios.
Arrio negaba su deidad, su preexistencia, su eternidad, su igualdad con el Padre, y eso es una terrible herejía. Hoy muchas sectas autodenominadas cristianas piensan igual, pero Jesús fue directo en Juan 8:24: «si NO creéis que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis»
JAMÁS EXISTIÓ UN INICIO Y UN COMIENZO SIN QUE CRISTO NO EXISTIERA
Esta herejía fue tan dañina que provocó, por parte de la Iglesia, en el año 325 dC (entre el 20 de Mayo y el 19 de Junio del mismo año) el Concilio de Nicea para enfatizar y reafirmar la creencia bíblica de la preexistencia y eternidad de Dios Hijo, quien es igual al Padre, ambos de la misma sustancia, naturaleza y esencia, merecedores de la misma gloria, honra y reconocimiento.
La frase que resumen dicho concilio bien pudiera ser la siguiente: «Engendrado del Padre antes de todos los siglos»
¿Es Cristo pre-existente? SÍ, pero esta respuesta igualmente la podría dar un arriano, o un testigo de Jehová, ya que todos ellos creen que Jesús antes de su encarnación y nacimiento en Belén de Judea ya existía, de hecho pre-existente significa que existía antes de algo, de un determinado momento. Según la RAE, preexistencia significa literalmente, existencia anterior.
Pero Cristo va mucho más allá, ya que ÉL es anterior, no sólo al evento milagroso de la encarnación y el nacimiento, sino a todas las cosas, aún el tiempo mismo. ÉL es atemporal.
Preexistencia NO implica necesariamente eternidad, pero eternidad SÍ implica preexistencia, por lo cual, para referirnos a Cristo es necesario verlo como ETERNO (en hebreo «Olam»), antes y mejor que como Preexistente, en cuanto a concepto teológico.
Ser Eterno igualmente implica ser el Creador, y NO un ser creado, y ser Creador es una prerrogativa divina aplicada y vinculada a Cristo. Aunque los ángeles existían en la pasada eternidad, ningún ángel es Eterno, sino seres creados.
Si Jesucristo es Dios, entonces implica que Él tiene que ser Eterno. Dios no tiene comienzo, ni principio ni fin. ÉL es el alfa y la Omega (Apocalipsis 22:13). Nunca hubo un tiempo en que ÉL no existiera en toda la plenitud de quién es ÉL. “Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, TÚ ERES DIOS” (Salmo 90:2).
¿ES JESÚS UN SER CREADO, O ES EL CREADOR DE TODO?
Volvemos a Juan, quien nos lo dice muy claramente, ÉL estaba junto a Dios porque es Dios, y como ÉL es Dios, es que realizó las Obras creadoras de Dios, ya que ÉL es el Creador.
Juan 1:3 «Todas las cosas por ÉL (Cristo) fueron hechas, y sin ÉL (Cristo) nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.»
ÉL es el Dueño, Soberano y Heredero de todo, por cuanto es el Creador de todo el Universo, siendo igualmente el sustentador que hace su pleno funcionamiento.
Hebreos 1:2 «En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (Jesús), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo»
El autor de la carta a los hebreos, para argumentar a unos creyentes de origen hebreos que piensan en regresar o volver a la religión judía, aplica a Cristo el Salmo 102:25-27, manifestando y atribuyendo claramente que ÉL es el Creador.
Hebreos 1:10 «Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.»
Hebreos 1:8 habla directamente en términos de «Tu Trono, oh Dios, por el siglo del siglo».
El Apóstol Pablo, para contrarrestar la insignificancia de los ídolos, les dice a los corintios que hay un Dios y un Señor («Kuryos»), quien es el creador, hacedor y sustentador de todas las cosas, mostrando la igualdad y unidad entre el Padre y el Hijo. Pablo, de alguna manera, ha aplicado en Cristo la tan famosa «Shemá» de Israel, bien conocida por todos.
1ª Corintios 8:6 «para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para ÉL; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de ÉL»
Igualmente a los colosenses les dice que ÉL es el agente ejecutor, la corona de la creación, la causa y el fin o clímax de la misma, siendo anterior a todas ellas. De estos 2 versículos deducimos muy claramente que ÉL es el Creador (versículo 16) y Eterno (versículo 17), ÉL es superior a todo y a todos.
Colosenses 1:16-17 «Porque en ÉL fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de ÉL y para ÉL. Y ÉL es antes de todas las cosas, y todas las cosas en ÉL subsisten»
SIEMPRE HA EXISTIDO, EXISTE Y EXISTIRÁ, POR ESO ÉL DICE «YO SOY EL QUE SOY»
Este nombre con el que Dios se identifica a Moisés en Éxodo 3:14 denota e implica Su Autoexistencia y Eternidad, ya que etimológicamente sería como decir «Yo Soy el que fui, el que soy y el que seré»
Jesús mismo se identificó en varias ocasiones con este término tan sumamente importante para los judíos, tan sagrado e innombrable como era YHWH («YO SOY»), para identificarse y relacionarse con el único Dios vivo y verdadero, el Dios Eterno. Esto era algo que rompía todos los esquemas teológicos de los fariseos.
Juan 8:56-58 «Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún NO tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY.«
Para ellos había 2 opciones: O Jesús, quien tenía unos 30 años, realmente tenía más de 2.000 años de edad (Abraham vivió unos 2.000 años antes de esta palabras), o en realidad ÉL es eterno, ÉL es Dios sobre todas las cosas. Los judíos sí captaron y entendieron perfectamente las implicaciones de las palabras de Jesús, ellos entendieron perfectamente que se trataba de la segunda opción, de ahí su reacción a tramar matarlo a toda costa. Se horrorizaron, por identificarse con el Eterno del Antiguo Testamento.
¿Cuál fue la reacción de los oyentes? conocedores que se estaba claramente identificando a YHWH, y estaba diciéndoles que ÉL es Eterno, que es Dios, ellos tomaron piedras para arrojárselas, ya que lo consideraban una gran y terrible blasfemia, tal como decía Levítico 24:16.
ÉL mismo, en la famosa oración sumosacerdotal inmediatamente antes de Su Pasión, pide al Padre que le glorifique con la Gloria que ÉL tuvo y que compartió antes con ÉL, antes de que el mundo fuese hecho y constituido.
Apocalipsis 1:8 y 22:13 «Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.»
El Alfa y la Omega corresponden a la primera y la última letra del alfabeto griego, dándonos a entender que ÉL es la Palabra, el conocimiento supremo, y sobre todo, es Eterno.
Un anciano y desterrado Juan, el mismo que años antes lo identifico como el Verbo (Logos), recibe, en la Isla de Patmos, la revelación del Apocalipsis, de las cosas que ha visto (pasado), las que son (presente) y las que han de suceder (futuro), y tras oír una voz, se gira para contemplar y ver, y ve en una visión a Jesús.
Apocalipsis 1:17-18 «Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y ÉL puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; Yo Soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.»
Es precisamente este Juan quien empleó las mismas palabras con las que inició su evangelio para decirnos nuevamente que en el principio Jesús ya era y ya estaba.
1ª Juan 1:1 «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.»
¿DESDE CUANDO CRISTO ES EL HIJO DE DIOS?
Salmos 2:7 «Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres TÚ: YO te engendré hoy.»
ÉL era el HIJO antes de ser engendrado, antes de Su Encarnación. La relación de Padre e Hijo ya estaba marcada desde al Pacto de Redención, antes de la pasada eternidad, y es en la Encarnación donde queda demostrada y atestiguada tal relación entre las 2 primeras personas de la trina deidad.
ÉL siempre fue el Hijo de Dios, y es por eso que Isaías dice «Hijo nos es dado», pues NO llegó a ser el Hijo cuando nació de la virgen María, o cuando se identificó con nosotros en Su Bautismo, en la Cruz o en la Resurrección.
ÉL, por ser El Creador, es distinto a todo lo creado, Él está exaltado muy por encima de ella, de todo lo creado. ÉL es Trascendente.
700 años antes de que este Eterno y Creador se hiciera pleno y verdadero hombre, un profeta contemporáneo de Isaías cuyo nombre; Miqueas, significa «El que es como YHWH», tiene un claro mensaje de juicio inminente para el Reino Sur de Judá por la corrupción religiosa, idolatría, injusticias sociales, codicia, …
El Pueblo de Dios ha quebrantado la Ley de Dios, ha violado el pacto, y van a ser juzgados por ello, y en el capítulo 5 les insta a que se rodeen de muros, que se agrupen y formen en tropas porque van a ser asediados, serán sitiados, y van a ser destruidos con vara. El furor de la ira de Dios va a caer sobre ellos.
El mensaje de Miqueas bien pudiera ser el siguiente: «arrepiéntete, hay juicio, pero luego habrá restauración y gozo»
En definitiva, le dice que se preparen para la guerra. Es una clara profecía de destrucción, donde se alude a la caída del Reino Sur de Judá de manos de Babilonia, quienes capturaron al rey Sedequías, quien vio morir asesinados a sus propios hijos en su presencia de manos de Nabucodonosor.
Miqueas 5:1 «Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel (Rey Sedequías concretamente).»
En medio de esa terrible e inminente profecía de destrucción resuena un estruendo de epseranza, una refulgente luz en medio de la oscuridad más caótica. «Pero tú…», hay una nota de esperanza, una promesa de restauración, cuidado, amor y seguridad.
Miqueas está profetizando la mayor desgracia y ruina para el pueblo de Dios, pues serán sitiados, destruidos, deportados y exiliados, pero a continuación lanza la profecía más sublime, importante y espectacular de todas las habidas y por haber.
El Eterno se hará como uno de nosotros, el Anciano de días será un bebé, el Hijo del Hombre de Daniel 7 será efectivamente un hijo de hombre, y nacerá en un pequeño poblado de Judá, el mismo que vio nacer a David, un lugar insignificante, humilde y pequeño para muchos, pero que vería nacer al Creador, la Luz del Mundo, el admirable y Consejero, el Varón de dolores y experimentado en quebranto, el re de Reyes y el Señor de Señores. Ese lugar, 2.0000 años después, es universalmente reconocido y lugar predilecto de peregrinaje.
ÉL es el Señor, el rey Eterno, quien da sentido y significado al nombre de Miqueas, así como cumplimiento a sus palabras.
Miqueas 5:2 «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de tí me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad (alude a su eternidad)»
Podemos ver a Cristo en todo el Antiguo Testamento no solo en tipos, anuncios, profecías o prefiguraciones, sino también en teofanías, en cristofanías, es decir, en apariciones o manifestaciones antes de su Encarnación (el Ángel del Señor), como Melquisedec (Génesis 14:20), el Ángel que luchó contra Jacob (Génesis 32:22-30), el Príncipe del ejercito de Jehová quien se presentó a Josué (Josué 5:13-15) o el 4º varón dentro del horno de fuego en Daniel 3:25. Recordamos que este Ángel del Señor no aparecerá ni se le mencionará después de la Encarnación y Nacimiento de Cristo.
En cuanto a sus títulos que prueban Su Eternidad, Juan 12:41 habla en términos de Isaías 6:10 para referirse a Su Gloria. En Mateo 22:44, Cristo mismo cita el Salmo 110:1, aplicándolo a Sí Mismo, tal como ya hizo en la sinagoga de Nazaret.
Aquel quien siempre ha existido, aquel quien nunca ha tenido principio ni origen, Aquel quien todo lo ha creado y todo lo sustenta, se ha manifestado a los hombres, en forma de hombre, precisamente para salvar a los hombres.
ÉL ES EMANUEL, DIOS CON NOSOTROS.