Nos adentramos en un atípico estudio, que bien pudiera estar en el apartado de la pneumatología (estudio sobre la persona y obra del Espíritu Santo), o en cristología (estudio sobre la persona y obra de Cristo). Si bien es un complejo tema que no es habitual verlo plasmado en todos los libros de teología sistemática o doctrina, es importante el papel de la tercera persona de la Trina Deidad sobre la segunda, esto es, Cristo.
Jesús dijo del Espíritu Santo en Juan 16:14-15 lo siguiente: «ÉL me glorificará porque tomará de lo mío y os lo hará saber, todo lo que tiene el Padre es mío por eso dice que tomará de lo mío y os lo hará saber». De alguna manera el Padre fue revelado por el Hijo, y el Hijo fue (y es) revelado por el Espíritu Santo.
I.- PACTO DE REDENCIÓN
Es el primer pacto del Dios trino establecido desde la eternidad pasada y antes del comienzo y la fundación del mundo donde no solamente se planea la creación sino también la redención.
Se establece que el Hijo se encarne sin considerarse ser igual a Dios, que se vaciaría a sí mismo, que viviría una vida perfecta, que pagaría la deuda del hombre satisfaciendo la Perfecta Justicia de Dios.
Es decir el Padre envía al Hijo, quién se encarna, pero ¿Cómo se lleva a cabo la Encarnación? Ahí es donde el Espíritu Santo de Dios lo posibilita. Luego lo unge y lo empodera para esa misión representativa-redentora, luego lo levanta de la tumba,resucitándolo, y luego aplica la redención diseñada por Dios y obtenida por Cristo a los creyentes, es decir, aplica la obra de Cristo a nosotros.
- El Padre opta por salvar a la humanidad y envía al Hijo.
- El Hijo viene al mundo y se entrega como sacrificio para satisfacer las demandas del Padre.
- El Espíritu Santo procede de ambos, del Padre y del Hijo, para convencer de pecado, para juzgar y para regenerar a quienes serán salvos.
Este pacto o acuerdo de funciones y del obrar del Dios Trino, se llevó a cabo antes de la fundación del mundo por las tres personas de la Deidad.
Antes de la creación misma, estaba el Dios Trino en una perfecta e íntima relación intertrinitaria. Es en la creación dónde hay un reparto de roles o papeles, y donde los tres son activos en esa obra creadora; Dios es el agente creador mediante y en Cristo (el Logos o Verbo de Dios), en el poder del Espíritu Santo, quién revoloteaba sobre la faz de la tierra.
II.- ENCARNACIÓN Y NACIMIENTO
Antes de nada, y partiendo del hecho de que el Espíritu Santo inspiró la Palabra de Dios, en ella ya fue profetizado que sería enviado al mundo por el Espíritu Santo junto con el Padre (Ver Isaías 48:16-17) y que reposaría sobre EL (Isaías 42:1)
Tal como dice Lucas 1:30-35 y Mateo 1:18-20, el E.S. participó en la concepción del Señor Jesús en el vientre de María. De forma milagrosa y que no se puede entender, razonar o explicar, se formó en el vientre de María un embrión humano el cual asumió desde ese instante de su formación, la persona del Hijo de Dios (Unión Hipostática). Contenido en ese embrión estaba el ser divino que ni aún los cielos de los cielos pueden contenerlo. Nace la naturaleza humana de Cristo, que no la persona misma (Eterna)
Si de Juan «El Bautista» se nos dice que fue lleno del E.S. aún desde antes de nacer (Lucas 1:15), cuánto más nuestro Señor Jesús.
El poder y la cadena transmisora del pecado original fue quebrantado por aquel nacido de mujer quién era Santo y verdaderamente Hijo de Dios, nacido directamente por mediación divina (y sin participación o intervención humana) en un útero humano. El Espíritu Santo desciende sobre María y la cubre con su sombra. El Espíritu Santo garantizó la ausencia de pecado en Cristo.
No fue el inicio de un nuevo ser a la vida, sino de uno que siempre había existido desde la eternidad quién ahora entraba a una relación vital con la naturaleza humana añadiendo sobre si esa naturaleza humana.
Es más, aún Su Recepción en el Templo fue preparada por el Espíritu Santo (Lucas 2:25-30).
III.- MINISTERIO TERRENAL
A) En Su Desarrollo, es muy importante leer Lucas 2:39-40, pero tras haber leído antes Isaías 11:1-2, pues ÉL tuvo un desarrollo en conocimiento, inteligencia y sabiduría impropios de cualquier ser humano (cierto es que el pecado NO afectó lo más mínimo en ningún área suya). Él crecía, tal como dice Lucas, en Gracia para con Dios y los hombres, ya que el Padre no le dio el Espíritu por medida, sino que permaneció en ÉL de forma llena y constante. Jesús con 12 años, en la festividad de la Pascua demostró mucha más sabiduría, entendimiento y conocimiento de las escrituras que todos los maestros de la ley y académicos que estaban allí (Lucas 2:41-52). Ver igualmente Hebreos 5:8. Su Deidad NO podía crecer, ya era plena, perfecta y completa, pero Su Humanidad sí se desarrolló, creció y se incrementó en sus capacidades.
B) Desde Su Bautismo en el Jordán (Mateo 3:13-17, Marcos 1:9-11, Lucas 3:21-22 y Juan 1:29-34), donde fue inaugurado Su Ministerio público, donde fue señalado de manera pública y visual como el Mesías prometido, dónde como el mejor y verdadero Adán cumplió perfectamente con los requisitos de la ley (no como el primer Adán), y sobre todo, donde fue ungido con el E.S. tal como se profetizó en Isaías 61:1, y tal como eran ungidos los Reyes y los sacerdotes. Jesús contó con la unción, plenitud y capacitación del Espíritu Santo para la predicación (Lucas 5:14-15, Mateo 4:17), para sanar (Hechos 10:38) o para expulsar demonios (Mateo 12:28 o Lucas 4:18).
Ese día, en Su Bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre ÉL, en forma corporal, como paloma. Aunque ÉL tenía poder en Sí Mismo para realizar milagros, puesto que en ÉL habita corporalmente la plenitud de la deidad, la unción le dio poder a Jesús para su ministerio público, así como una autentificación pública de Su Deidad, ya que el Padre de forma audible lo confirmo públicamente (Mateo 3:17)
C) En sus tentaciones (Lucas 4), inmediatamente después de su unción en el Bautismo, ÉL fue guiado, llevado, impulsado o empujado por el mismo Espíritu Santo (Marcos 1:12-13) y se dice que volvió del desierto en el «Poder del Espíritu». En ese período de tentación, de principio a fin, estuvo bajo el control del E.S. quien le empoderó para vencer y resistir.
D) Algunos (no todos, pues EL era y es Pleno y verdadero Dios) milagros que servían como señales al pueblo de quién era realmente ÉL, tales como los exorcismos (Mateo 12:24-28) dijo que los hacía por el Espíritu de Dios, para acreditar y atestiguar que el Reino de Dios había llegado. ÉL dijo que el Espíritu del Señor estaba sobre ÉL, y que vino a dar vista a los ciegos (Lucas 4:18), siendo esta una prerrogativa divina (Isaías 29:18, 35:5 y 42:7), y posiblemente el milagro más documentado en los evangelios. Esto debió ser inexcusable para los judíos, de ahí (y este es el contexto) del pecado imperdonable.
En casa de Cornelio, cuando Pedro predicó sobre el ministerio de nuestro Señor dice que comenzó desde Galilea después del bautismo que predicó Juan y cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret (Hechos 10:37-38)
V.- CRUCIFIXIÓN Y MUERTE
Tal como dice Hebreos 9:13-14, «mediante el Espíritu Eterno se ofreció a Sí Mismo sin mancha a Dios». Lucas capítulo 22 nos dice que cuando ÉL sufría en el huerto de Getsemaní, un ángel del cielo vino a confortarlo en esa agonía extrema que le hizo sudar sangre (hematidrosis). ÉL estaba sufriendo y padeciendo en Su Naturaleza humana, pero fue sostenido, empoderado y habilitado por el Espíritu Santo. Como su naturaleza afecta a la totalidad de la persona, del ser, podemos decir igualmente que el Hijo de Dios, Dios Hijo, estaba sufriendo y padeciendo.
De igual manera que el Espíritu Santo fue parte activa en su concepción virginal y su nacimiento milagroso, así como en su vida terrenal también lo es en su muerte, y fue por el E.S. que fijó su rostro a la Cruz, y le capacitó para esa obra de obediencia pasiva donde fue puesta al límite en dolor, escarnio, vergüenza, sufrimiento, pero sobre todo en algo que pasó esa vez y jamás pasará, y es que se separó del Padre.
No bastaba con ir a la cruz con una conformación externa, ÉL debía de ir, no solamente de forma voluntaria, sino con un celo perfecto, ardiente y con fe hacia el Padre y su voluntad perfecta. Y es por eso que el Espíritu Santo le dio poder por gracia y lo sostuvo durante esos sufrimientos, ya sean físicos como espirituales.
En definitiva ÉL es el siervo de Isaías 42 pero sobre todo, el siervo sufriente de Isaías 53 que vino a cargar con los pecados.
VI.- RESURRECCIÓN
Lo menciona Romanos 1:1-4, 8:11 o 1ª Pedro 3:18. Si el Espíritu Santo tendrá un papel fundamental en nuestra futura resurrección, es lógico (y más teniendo en cuenta las obras trinitarias de Dios) pensar que tuvo un elemental papel en la de Cristo, como el agente vivificante. Ver la referencia a la Resurrección por medio del Padre en Hechos 2:24, o del Hijo en Juan 10:17-18.
VII .- ASCENSIÓN
Es el momento cumbre de su exaltación, entrando en Su Gloria para su propia ceremonia de coronación como Rey de Reyes, irrumpiendo al Lugar Santísimo a fin de ser nuestro Sumo Sacerdote y poder interceder por nosotros, sentándose a la Diestra de Dios.
El Espíritu Santo, que descansaba en ÉL para el desarrollo de Su Obra y Ministerio, pasó a ser (por decirlo de alguna manera) el Espíritu de Cristo, pues con la consumación de su obra terrenal, se inauguró un tiempo donde ÉL impartiría y derramaría el Espíritu Santo a otros, a los creyentes (Juan 1:33, Hechos 2:33), haciéndonos copartícipes con ÉL. Es por ello que ÉL decía que era necesario que se fuera y que mandaría al Espíritu Santo cuando así sucediera, que rogaría al Padre y ÉL nos daría otro consolador, y que no nos dejaría solos (Juan 14:16)
El Espíritu Santo ejerce su ministerio en subordinación del Padre y del Hijo para aplicar la obra salvadora y los méritos de Cristo a nosotros.
EN DEFINITIVA:
1. Profetizó sobre sus ministerios (Isaías 11:1-2; 42:1-4; 61:1-3; Zacarías 12:10).
2. Implementó su concepción virginal y su nacimiento (Mateo 1:18, 20; Lucas 1:34-35).
3. Descendió sobre en ÉL en el bautismo (Mateo 3:13-17; Marcos 1:9-11; Lucas 3:21-22; Juan 1:29-34).
4. Lo ungió para predicar (Mateo 12:15-21; Lucas 4:17-21).
5. Lo empoderó (Mateo 12:28; Lucas 4:14-15; 11:20; Hechos 10:38).
6. Lo llenó (Lucas 4:1-2; Juan 3:34).
7. Lo dirigió (Mateo 4:1; Marcos 1:12; Lucas 4:1, 14; Hechos 1:2).
8. Se regocijó con Él (Lucas 10:21).
9. Lo ayudó a ofrecerse para la crucifixión (Hebreos 9:14).
10. Lo levantó de los muertos (Romanos 1:4; 8:11).