Podemos definir un pacto como un acuerdo entre 2 partes, de hecho la Real Academia de la lengua española (RAE) lo define así: «Concierto o tratado entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado.» Y Dios ha considerado relacionarse con la humanidad y, especialmente con Su Pueblo, a través de pactos. Pero antes de nada debemos aclarar que no se trata de pactos entre partes iguales, como podría ser un pacto en términos humanos. Se trata de un pacto, como era en el contexto de Medio Oriente, entre el rey vencedor y vasallo donde no solían establacerse negociación, sino más bien condiciones a cumplir. Los términos de dicho pacto quedan recogidos con exactitud, comenanzando con un preámbulo que enumera a ambas partes, seguido de un prólogo argumentario. A su vez se exponían las condiciones de dicho pacto, enumerando las bendiciones por obedecer, y las maldiciones por desobedecer. Normalmente, en los tiempos bíblicos, eran ratificados mediante sangre. Esta estructura la podemos ver en el capítulo 20 de Éxodo.
Habiendo dicho lo anterior, a modo de resumen breve para comprender la termimología del pacto, reconocemos principalmente 3 grandes pactos, que a su vez va a cohesionar y organizar la historia y la teología de la Biblia con un mismo mensaje unísono desde Edén (Génesis 1) hasta la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21-22). Hallamos primeramente el Pacto de Redención (o pactum salutis), en el que debemos remontarnos y trasladarnos al seno intertrinitario del mismo ser de Dios en la pasada eternidad. Allí, el Dios Trino, quien está siempre en una relación y acuerdos mutuos y en perfecta unidad y armonía de propósito en todo, establece, armoniza, determina todos los términos de la redención, distinguiendo los roles o papeles de cada uno de ellos, dentro siempre de una unidad y acuerdo en el propósito.
Desde antes de la fundación del mundo tuvo lugar un consejo con respecto al hombre entre las 3 personas de la Trinidad para esclarecer los términos y roles del pacto
- DIOS PADRE: Planea, origina y diseña el propio plan, enviando al Hijo, tal como dice Juan 3:16 o Gálatas 4:4. El Padre ha hecho al Hijo Cabeza y Representante de la nueva humanidad (Rom. 5, 1Cor 15:22), y tal como leemos en Juan 17, le dio un pueblo, los redimidos.
- DIOS HIJO: Lleva a cabo y ejecuta de manera perfecta la obra de redención, a través de Su Encarnación, Vida y sacrificio en la cruz, Su Resurrección, Ascensión y entronización. Él es el fiador (Hebr. 7:22)y mediador del pacto, obedeciendo como representante y sufriendo como sustituto. Como dice Juan 5:30, 6:38-40 o 10:17-18, Jesús vino a fin de obedecer el mandamiento de Su Padre y recibir las bendiciones de la exaltación a lo sumo (Isa. 53:11-12, Filip. 2:9-11). Es por eso que ÉL puede decir en Juan 17:4 en el Aposento Alto «Yo te he glorificado en la tierra, he acabado la obra que me diste que hiciese…» o apenas escasas horas más tarde, decir: «Consumado es», mientas yace en la cruz.
- DIOS ESPÍRITU SANTO: es enviado tanto por el Padre como por el Hijo para aplicar la obra de Cristo y hacerla real a Su Pueblo, a través de la regeneración y el sellado en los creyentes (Juan 3, Tito 3:5, Efesios 1:13-14)
EL PADRE ASIGNA UNA TAREA AL HIJO, ÉSTE LA CUMPLE A LA PERFECCIÓN, Y AMBOS ENVÍAN AL ESPÍRITU SANTO PARA APLICARLA A TU VIDA
En términos húmanos, podemos decir lo siguiente respecto este pacto: El Padre dijo: «ya sé cómo vamos a redimir a los pecadores», el Hijo respondió: «yo conseguiré la redención» y el Espíritu replicó: «yo aplicaré dicha redención a los elegidos en el tiempo indicado». Es un acuerdo divino, un acuerdo trinitario y un acuerdo eterno.
No hay conflicto, por mínimo que sea, entre el Padre o Hijo, como algunos pueden ver al leer y malinterpretar Hebreos 10, argumentando que Dios Hijo trató de convencer a un airado Padre para que lo mandase a ÉL a fin de obtener redención. Tampoco hay conflicto alguno, ni apariencia de ello, entre el Hijo o el Padre en el huerto de Getsemaní, donde algunos interpretan erróneamente que el padre tuo que casi suplicar o persuadir a nuestro Señor Jesús para que fuera a la cruz. Todas fueron obras trinitarias, aun en la diferencia de papeles o funciones dentro de este pacto eterno intertrinitario.
Versículos como Efesios 1:3-14 o 3:11 enfatizan la naturaleza propia de este pacto eterno en la voluntad y designios de Dios. Otros versículos pueden ser:
2ª Tesalonicenses 2:13 » Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad…»
2ª Timoteo 1:9 «…quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos»
Santiago 2:5 « Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? »
Romanos 5:18-19 «Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.»
Hebreos 9:24 « Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios»
Salmo 2:7-9 «Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás.
Una pregunta puede surgir en la mente del lector, y es que si Dios dio esa promesa en el Edén ¿por qué esperó tanto a mandar a su Hijo? Era necesario, antes de nada, mostrar y demostrar a los hombres su condición y total incapacidad, primeramente por medio de la Ley, la cual no podían observar no guardar. Todo plan humano para auto redimirse fracasaría por completo, Dios lo sabía, pero el hombre caído aún no.
Hoy, mirando en retrospectiva y atisbando, por muy poco que sea, las maravillas inescrutables del Dios de Gracia y su plan, solo podemos postrarnos y vivir una vida en obediencia ante ÉL.
Salmo 8:4-8 «Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!»