ABOGADO TENEMOS

Hay una frase muy famosa de M. Lutero que hace referencia a la fe de los Reformadores del siglo XVI. Se trata de la paradoja en la vida del creyente: “Simul Iustus et Peccator”, que significa a la vez o simultáneamente justo y pecador. Justo en virtud de la obra de Cristo, por la justicia de ÉL que nos es imputada y atribuida por gracia a través de la fe, pero a la vez todavía pecamos y no hemos sido perfeccionados. El cristiano, aunque es declarado justo ante Dios por la fe en Cristo (justificación), sigue siendo pecador en su naturaleza humana. Es decir, los creyentes viven simultáneamente en esta tensión de ser justos delante de Dios y pecadores en sí mismos. El creyente es, por gracia, justo delante de Dios, pero en su humanidad sigue siendo pecador. Y entre ambas realidades hay un versículo que actúa como bisagra teológica:

• Somos justificados, declarados legal y posicionalmente justos
• Seguimos pecando
• Pero en medio tenemos 1 Juan 2:1. Mejor dicho, tenemos a Jesucristo El Justo, nuestro Abogado Defensor

1 Juan 2:1 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno pecare, abogado (Parakletos”) tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”

 1 Juan está dirigida a cristianos (los «hijitos míos») y les exhorta a no pecar. Es un urgente llamado a la santidad. Si leemos el contexto inmediato nos damos cuenta:

1ª Juan 1:6-10: “Si decimos que tenemos comunión con ÉL, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 pero si andamos en luz, como ÉL está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

La lucha contra el pecado sigue presente en la vida del creyente. Para andar como un santo, debes presentarte cada día ante el Señor como un pecador. Vivimos en un mundo caído, con un cuerpo débil, con una naturaleza caída y somos débiles y podemos caer, y pecar. Y lo hacemos. Pablo, el Apóstol de los apóstoles, en Romanos 7 dice que su mente quiere obedecer a Dios, pero su carne lo lleva al pecado. Él reconoce que hay dos realidades coexistiendo dentro de él: la voluntad de hacer el bien y la realidad de hacer el mal. Llega a decir lo siguiente en el versículo 24: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? (…) con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.” Se perciben unas oscuras y desesperanzadoras palabras en este capítulo 7, pero fíjate cómo empieza el siguiente capítulo: 

Romanos 8:1 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”

Jesús es nuestro Abogado Defensor ante el Padre, el que defiende, protege y habla en favor nuestro. ÉL NO nos condena, sino que nos perdona y nos limpia de toda culpa. Es nuestro Parakletos. Tenemos 2 abogados, pero NO 2 defensas distintas o separadas. 

• Uno en el Cielo, Jesús el Justo, que intercede
• Otro morando en nosotros, el Espíritu Santo el santificador, que nos va transformando.

¿Qué debemos hacer? NO debemos desesperar ni buscar remedios externos o rituales, sino volver a Jesús, nuestro abogado y mediador, confiando plenamente en Su Gracia que nos limpia totalmente.

• Confesar al Señor, con arrepentimiento
• Y Él, en base a Su sangre, a Su sacrificio Perfecto hecho una vez y para siempre, nos perdona. 
• Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecían sacrificios repetidos de forma continua, y por eso no había silla en el mobiliario ni en el Tabernáculo ni en el Templo, su sacrificio NO terminaba. Jesús se ofreció a sí mismo una sola vez, para siempre y luego se sentó a la diestra de Dios (Hebreos 10:12). ¡Consumado es!
• Los sacerdotes nunca se sentaban porque el pecado nunca quedaba verdaderamente resuelto; pero Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio para siempre, se sentó a la diestra de Dios (Hebreos 10:12). El pecado fue vencido, no parcialmente, sino total y definitivamente. Fue llevado a la cruz, no al purgatorio.

La santificación implica caminar con Jesús, dejando que su Espíritu transforme nuestro corazón cada día. Nuestra seguridad no depende de obras, indulgencias o rituales, sino de la obra completa de Cristo en la cruz y su continua intercesión. Jesús actúa como nuestro Abogado defensor ante Dios Padre, intercediendo continuamente para que no seamos condenados por nuestros pecados.

• Romanos 8:34: «Cristo Jesús es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.»
• Hebreos 7:25: “Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”

Tristemente, ya sea por cuestiones profesionales como, sobre todo, en el caso del homicidio de mi hermana, he necesitado tener un abogado, un buen abogado. Y te aseguro que tener a tu lado un abogado bueno te da mucha seguridad. Nosostros, como cristianos tenemos no uno bueno, sino el Mejor. Un abogado que ya pagó la condena y te ofrece plenas garantías de un veredicto favorable si estás de su parte.

Cristo nos perdona, nos limpia, nos restaura y lo hace eficaz y constantemente. No hay necesidad ni base bíblica para creer en la existencia de “penas temporales” que exigen indulgencias o purgatorios. NO necesitamos intermediarios humanos, ni concesiones, indulgencias ni nada parecido. Tenemos la:

• Justicia de Cristo
• El sacrificio de Cristo, con la sangre de Cristo derramada
• La intercesión o Mediación de Cristo

Dicho esto, voy a ser irónico, y así completo la enseñanza del viernes pasado.

He empezado hablando de Lutero, y todos sabemos que Lutero tuvo una lucha terrible contra las indulgencias de la Iglesia Católica de Roma. Y os dije el otro día, que desde el Concilio de Trento se modificaron ciertos aspectos, pero NO se acabó con las indulgencias en absoluto. Hoy en día, las indulgencias están reguladas estrictamente por el Manual de Indulgencias (Penitenciaría Apostólica). Se conceden por actos piadosos, oración, peregrinaciones, obras de caridad, confesión y comunión. No hay venta ni intercambio monetario. Te he dicho lo que dice la Biblia, la santa, autoritativa, infalible e inspirada Palabra de Dios y lo que tu alma necesita. Ahora escucha ésto.

El próximo 25 de Julio del año 2027 es el Día del Apóstol Santiago, y si cae Domingo, es un año jubilar. ¿Qué quiero decir? Que durante todo el año, según el calendario católico, podrás ganar una indulgencia plenaria (total) cumpliendo con una lista de requisitos… mientras que hoy mismo, ahora mismo, si confiesas tus pecados a Dios y crees en Cristo, tienes una limpieza plena, gratuita y eterna por Su sangre.

Una indulgencia plenaria es, según la enseñanza de la Iglesia Católica, la remisión total de la pena temporal que queda después del pecado ya perdonado. No perdona el pecado en sí, sino las consecuencias, castigos o penas que el pecado deja en el alma. Es una mancha que debe purificarse mediante indulgencias u obras, o en su defecto en el purgatorio.

1 Juan 1:9 dice que el perdón es completo y total: “si confesamos nuestros pecados, ÉL es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad”

Dios no sólo perdona el pecado, sino que limpia completamente (purifica el corazón) cuando hay confesión y fe genuina.

Isaías 53:5 “Mas ÉL herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre ÉL, y por su llaga fuimos nosotros curados”

¿Qué se supone que debes hacer el 25-07-2027, o cualquier día de ese año, para obtener esa indulgencia plenaria en Santiago de Compostela?

• Recorrer los últimos 100 km a pie o caballo, o 200 km en bicicleta hacia la Catedral de Santiago de Compostela.
• Visitar la Catedral y pasar por la Puerta Santa
• Confesarse de los pecados en un periodo cercano al peregrinaje ante un sacerdote, teniendo intención de no querer pecar
• Recibir la Eucaristía
• Oración al menos un Padre Nuestro y un Ave María con la intención de rezar por el Papa y su misión.
• Se puede aplicar también para ayudar a las almas en el Purgatorio.

Si esto es así… ¿Para qué murió Cristo? ¿Para qué intercede por nosotros ante El Padre defendiéndonos como Abogado y Sumo Sacerdote?, ¿Para qué nos lo dejó escrito en Su Palabra si luego otros inventan atajos religiosos?

CONCLUSIÓN: Hemos hablado y expuesto lo siguiente

• Justificación: declarados justos por Cristo
  
• La lucha real: seguimos siendo pecadores
  
• El eslabón: Jesucristo, nuestro abogado (1 Jn 2:1)
  
• La esperanza firme: NO hay condenación (Rom. 8)
  
• Falsas soluciones: Las indulgencias
  
• Aplicación: descanso en la obra completa de Cristo

Si aún llevas una carga por pecados pasados o presentes. Si sufres por la suciedad y la carga del pecado, Si dudas de si eres suficiente o limpio ante Dios. NO busques escaleras humanas. NO camines 100 km, mira al que caminó al Calvario por ti. Descansa en Cristo. 

• NO hay otra indulgencia más poderosa que Su sangre. 
• NO hay nada mejor en el mundo que ese “¡Consumado es!”
• NO hay otro abogado más fiel que Jesús, el Justo.

No necesitamos rituales, obras, caminos ni indulgencias para alcanzar el perdón; Ya tenemos un camino, una cruz y un Abogado —Jesucristo el Justo— que intercede eternamente por nosotros de una manera plena total y eficaz. Su obra es única y suficiente. Su gracia es perfecta. Su justicia, nuestra esperanza.

• NO hay que caminar a Santiago, sino a la Cruz
• NO hay que buscar indulgencias, sino el perdón de nuestros pecados mediante la confesión de nuestros pecados a nuestro Perfecto y Justo Abogado
• NO nos apoyándonos en nuestras obras, sino en Su Gracia, Su Sangre, Su Intercesión y su fidelidad
• NO vivamos en culpa, sino en confesión diaria, con la confianza de que Aquel que murió por nosotros, también intercede por nosotros.

¿Pecamos aún y caemos? Tristemente SÍ. Pero nos levantamos, miramos a la Cruz y nos ponemos delante del Trono de la Gracia, y hallaremos perdón y Misericordia. Somos Justos y pecadores a la vez, PERO ABOGADO TENEMOS PARA CON EL PADRE, A JESUCRISTO EL JUSTO. NO hay condenación, no hay ritos de indulgencias ni méritos humano, ¿Qué es lo que hay?

• Un Salvador perfecto
• Un sacrificio eterno 
• Y un Abogado fiel que nunca pierde un solo caso.