¿QUÉ SIGNIFICÓ ESTA ENTRADA DE JESÚS A LA CAPITAL, A JERUSALÉN?
¿QUÉ PROFECÍAS SE CUMPLIERON AQUEL DÍA?
¿QUIÉN ERA PARA ELLOS AQUEL QUE ENTRÓ HUMILDEMENTE SOBRE UN ASNO?
¿QUÉ RELACIÓN TIENE ESE DÍA CON LA CRUZ?
Hoy nos adentramos más a fondo en la cuenta atrás de la Cruz, en la Semana más determinante, mas importante, crucial y decisiva del transcurso de la historia de la humanidad. La semana de la cruz.
Aquella promesa redentora de Génesis 3:15 parece que queda muy lejos, pero la realidad es que nunca ha estado más cerca de su cumplimiento que este día, donde se inició la inmediata cuenta atrás para el cumplimiento de aquel protoevangelio, donde la herida simiente (descendencia) de la mujer acabaría, mediante golpe letal con la serpiente.
JERUSALÉN ERA SU DESTINO, LA CRUZ, SU PROPÓSITO
Desde bajar del monte de la transfiguración todo se volvió un desánimo y desesperación. ÉL, en medio de una terrible y creciente oposición, llena de crispación, división en torno a Su persona, y conocedor que allí entregaría su vida, tal y como poco tiempo atrás se lo vaticinó y profetizó a los Suyos, NO dudó ni un ápice en ir y presentarse ante la capital (Jerusalén) y ante el epicentro religioso (Templo). La Escritura nos dice que puso su rostro para ir a Jerusalén, dispuesto a morir. Él, que siempre había rechazado los honores reales que las multitudes le apremiaban, ahora de repente y sorpresivamente va a presentarse ante todos como el prometido heredero del trono de David. Es como si Jesús aceptase el homenaje que anteriormente no permitía, con la salvedad de que Jesús estaba alineado a la voluntad de Dios, y ellos no. Cuando alimentó a cinco mil hombres, huyó de ellos tras ver sus erradas y mundanas pretensiones de hacerle rey. Pero hoy es a la inversa; ÉL se presenta en la capital del reino para decir al mundo entero: “Soy Rey, salvo que mi Reino no es de este mundo”
Los profetas del antiguo Testamento profetizaban acerca de este reino por venir. Años después, Juan “El Bautista”, dijo literalmente: “arrepentíos, pues el Reino de Dios se ha acercado”. Y aquel a quien el Bautista señaló dijo: “pues si yo echo fuera a los demonios con el poder de Dios entonces el Reino de Dios ha llegado a vosotros”. Tras inaugurar el Reino de Dios, Jesús encamina marcha a Jerusalén.
Jesús realiza un camino ascendente, tanto en lo espiritual como en lo geográfico, ya que mientras el Mar de Galilea está a 200 metros bajo el nivel del mar, Jerusalén está a 760 metros sobre el nivel del mar. Jesús sube o asciende con un único propósito: entregarse enteramente a Sí Mismo, subiéndose a la cruz.
Mateo 17:22-23 «Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera.»
Ha llegado el tiempo correcto y propicio, el tiempo perfecto para que fuera reconocido amplia y públicamente como el Mesías, y aclamado como el Rey designado por Dios que había de venir. Si bien es cierto que inició este camino ascendente a la Ciudad Santa, a Jerusalén junto con los Doce, poco a poco se fue uniendo un grupo creciente de peregrinos a esta comitiva. Según Marcos 10:46-52, un ciego llamado Bartimeo que, lleno de fe le aclamaba al grito de «hijo de David ten misericordia de mí», le siguió en ese grupo tras recobrar la vista. Su alabanza y grito mesiánico sería un presagio de lo que le esperaría al Señor a la entrada de Jerusalén. Resulta peculiar que cuando la multitud quiso hacerle rey, Él escapó ante tales pretensiones, y ahora de repente se presenta la multitud para demostrar su realeza. Ya no guarda como antes ese secreto mesiánico sino que ahora de una manera notoria abierta y pública se presentan ante ellos como el Cristo, el Mesías, como el cumplidor ante ellos de la profecía de Zacarías 9:9.
Mateo 21:1-11 «Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga. Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y ÉL se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David!, ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!, ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró ÉL en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.»
Nos adentramos en la Semana de la Cruz, en la cuenta atrás del Plan de Salvación orquestado desde antes de la fundación del mundo. Fue toda una procesión triunfal. Una escena sin igual, de triunfo y júbilo, que el mundo nunca antes conoció. Él, que podía haber aparecido envuelto en gloria y escoltado por la corte celestial de los ángeles (como será su 2ª Venida), decide hacerlo fiel a su humilde y servicial condición
¿FUE CASUALIDAD QUE ENTRARA PRECISA Y EXACTAMENTE AQUEL DÍA?
TE ASEGURO QUE NO.
Jesús va a cumplir enteramente LA PASCUA , en dos sentidos:
- La va a celebrar con sus íntimos, con Sus Apóstoles, tal y como establecía la Ley, sabiendo que sería la última, y dándole un cumplimiento y un nuevo sentido y significado a una festividad que desde entonces ya no evocará al éxodo de Egipto, sino a un Éxodo s mucho más importante como es la esclavitud del pecado.
- Va a ser el Perfecto cumplimiento de aquella importante festividad, la Pascua veterotestamentaria, que no era sino un tipo de este mayor acto redentor que Jesús, pocos días después, consumaría en favor de Su Pueblo.
ÉL le va a dar sentido y luz a lo que es y representa esa festividad judía, la más señalada, antigua y conmemorada del calendario hebreo, una fiesta con un trasfondo muy nacionalista, pero que en aquel año se celebraba siendo subyugados por Roma.
Esta festividad, la Pascua, evoca y celebra el éxodo, es decir, la marcha del pueblo de Israel de su cautiverio en Egipto, pero sobre todo, el hecho de que Dios, en el juicio de la 10ª plaga, los libró de la muerte que habría en todas las casas si obedecían, y cubrían sus puertas con la sangre de un cordero. En definitiva, esta fiesta giraba alrededor del sacrificio de un cordero, y de la sangre de éste.
- La Pascua era la sombra, y Cristo la realidad.
- Dicho de otra manera, la Pascua era el negativo, Cristo la fotografía, la realidad y la sustancia misma.
Antes de poder decir como Pablo en 1ª Corintios 5:7, que Jesús es nuestra Pascua, es imprescindible comenzar desde este día.
¿QUÉ DÍA ERA ÉSTE QUE JESÚS ENTRÓ A LA CIUDAD?
Era ni más ni menos que el 10 DE NISÁN, una fecha histórica y significativa.
¿POR QUÉ?
Porque era el día preciso, exacto y establecido por Dios para que los israelitas seleccionaran y apartaran al Cordero de la Pascua que debía ser inmolado y sacrificado pocos días después.
Éxodo 12:3-6: «Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el 10 de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día 14 de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.»
Este cordero debía ser expuesto ante toda la congregación para ser seleccionado, ya que debían asegurarse que fuera sin mancha ni defecto alguno. Como si de un período de prueba para ser aprobado y seleccionado se tratase, Jesús, quien entró a la ciudad el «día de selección del cordero», estuvo toda la semana expuesto ante todos, yendo al Templo, para demostrarles y probarles que era perfecto, impecable e intachable, que era ÉL, en palabras de Juan «El Bautista», el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
ÉL ES EL CORDERO PERFECTO SIN MANCHA, QUIEN NOS REDIME CON SU SANGRE (1ª Pedro 1:18-19)
¿QUÉ IMPLICACIONES TEOLÓGICAS TIENE ESTO?
Que mientras los judíos ese preciso día, a esa precisa hora y en esa precisa ciudad seleccionaban un cordero, un animal para la solemne festividad de la Pascua con ocasión de celebrar y conmemorar la liberación de la esclavitud de Egipto por parte de Dios, ÉL ya había escogido y seleccionado, desde antes de la fundación del mundo al mejor, perfecto y verdadero Cordero pascual para ser sacrificado. Es Jesús.
Hoy hablaremos de esa triunfal y gloriosa ENTRADA.
El día anterior, ÉL estaba en es lugar de seguridad que a ÉL le gustaba, Betania y fue ungido por María, hermana de Lázaro, dándole, tal vez, la mayor adoración a Jesús que recibió en Su Vida Terrenal, en medio de un clima de oposición y complot para matarle, donde incluso ya pusieron precio a su cabeza.
María, la misma que se ponía a Sus Pies a aprender de ÉL y adorarle, supo quién era realmente y, como consecuencia, lo ungió, y lo adoró.
Al día siguiente de ese acto de amor, fe y adoración de María de Betania, ÉL prepara SU Entrada en Jerusalén, y realiza ese corto trayecto de apenas 3 kilómetros que separaban Betania de Jerusalén. Durante estos días, Betania fue su lugar de descanso.
Marcos 11:2-3: «Y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá.»
Jesús, siendo pleno y verdadero Dios, demostró el atributo de la omnisciencia, al tener un conocimiento anticipado y sobrenatural de las cosas, lo que le permitió cumplir y preparar exacta y minuciosamente su gloriosa entrada. Todo lo que aconteció aquel día tuvo un alto contenido y simbolismo mesiánico. Era un derecho real requisar temporalmente medios de transporte y, sobre todo, un animal nunca antes usado.
Y ahora, los 4 evangelistas nos narran cómo entró, más aún, cómo debía entrar. Apacible, manso, sencillo, humilde, en son de paz y en un pollino, un asno…. Zacarías, unos 520 años lo profetizó.
EL REY SE PRESENTÓ EN LA CAPITAL DEL REINO.
Zacarías 9:9 «Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.»
Jesús, al identificarse ya abiertamente con esta profecía, está indicando con claridad y ante Todos que ÉL es el Mesías, el Rey prometido que había de venir, el Salvador y libertador de su pueblo, el Ungido, el Cristo, Aquel quien se sentaría en el Trono de David. Y viendo la clamorosa reacción, todos lo supieron de inmediato, con la excepción de que su concepto mesiánico difería y erraba en gran manera de la verdad bíblica.
- El mensaje de Jesús al pueblo es claro y contundente: «Yo Soy El Mesias»
- El Mensaje del pueblo, muy tergiversado e idealizado por sus egoístas deseos terrenales, en un contexto de opresión romana, es igualmente claro: «Eres el Rey esperado y conquistador que nos librará de Roma, el nuevo David». Jesús fue aclamado y recibido como tal. Pocos días después pedirán, sin pudor alguno, su vida en pos de un asesino, sedicioso y ladrón como Barrabás. Así de cruel, así de cambiante es el ser humano en general.
TODO ESTABA PROFETIZADO Y ESCRITO, Y JESÚS LO CUMPLIÓ Y LOS LLEVÓ A LAS ESCRITURAS
El profeta Zacarías, unos 520 años antes de este día, de esta entrada, profetizó de ÉL y escribió cómo entraría el Mesías, el Rey prometido y anunciado, a la ciudad santa de Dios, a Jerusalén. Lo haría humilde y pacíficamente, montado en un asno, símbolo de paz, demostrando que Su Reino NO es de este mundo. ÉL NO gobernaría al mundo con fuerza o violencia, como cualquier conquistador militar, ÉL es diferente. Jesús estaba declarando abiertamente a la gente que ÉL era su Rey y el Mesías que habían estado esperando tanto tiempo, a la vez que ellos, en medio de una pasajera e ilusa emoción falsa, rechazaban su oferta mesiánica. La tergiversan y tratan de adaptarla.
La bendición de Jacob (Génesis 49:10), en la que asignó a Judá el bastón de mando y el reinado, adquiere un cumplimiento sin igual… ÉL es el Rey esperado y anhelado aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia. NO no es nada casualidad que al siguiente versículo, esto es, Génesis 49:11, se hable de un pollino, animal que aparece en esta escena.
EL ENTRÓ JUSTO, VICTORIOSO Y HUMILDE PARA TRAER SALVACIÓN
Isaías 62:11 «He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra»
El Príncipe de Paz (Isaías 9:6) entró en son de Paz y en la ciudad de paz, Jerusalén, montado sobre un animal muy difícil de domesticar, pero manso bajo el Creador y el Sustentador del Universo. Esta es la diferencia de nuestro Salvador y Rey de Reyes, el Rey cósmico con respecto de cualquier otro rey terrenal que haya conocido este mundo. ÉL es pobre y el rey de los pobres, ÉL es humilde y el Rey que da gracia a los humildes, y ÉL es el Rey de Paz, e instaurará la paz. El mundo ya conoció a Ciro, Alejandro o César, pero Cristo NO sería otro líder mundial más, tampoco sería otro hombre como Abraham, Moisés, Elías, David o Salomón,… ÉL ES DIOS MISMO.
Alejando Magno entró triunfalmente en Babilonia subido en un carro llevado por enormes elefantes con todo el lujo y la pompa, tras derrotar a Darío III de Persia (333 a.C.), habiendo ganado prácticamente todo, y arrasando por donde iba. El 3 de julio de 1800 dC Napoleón Bonaparte, tras sus conquistas en Italia, entró triunfalmente en París con carros y demostración de poder bélico. PERO JESÚS entró como Rey a la capital del reino humildemente montado sobre un asno prestado, y a los pocos días murió de la forma más vil y cruel, siendo ofrenda por el pecado, para Su Gloria y por nuestro beneficio. Tuvo que ser un espectáculo incomparable, sin igual, el ver al Señor, al Rey de Gloria marchando al frente, y a sus entusiasmados seguidores detrás de ÉL, como el Pastor que guía a sus ovejas, como el capitán que va delante de sus soldados.
Mientras una tumba de Napoléon se guarda en un museo, Los Inválidos de París, como mero recuerdo histórico, y la de Alejandro Magno está en Alejandría con sus restos, la de Jesús quedó abierta y vacía para siempre, como señal de victoria y triunfo.
¿COMPRENDIERON Y ENTENDIERON REALMENTE LO QUE ESTABA SUCEDIENDO, QUIÉN ENTRÓ REALMENTE A LA CIUDAD AQUEL DÍA, Y CUÁL FUE EL PROPÓSITO?
A Pesar del júbilo de las multitudes, a pesar de los mesiánicos gritos de «Hossana» («Salva Ahora», «¡Ayúdanos!»), a pesar del entusiasmo emocional y pasajero, a pesar de tender ramas de árboles y mantos sobre el suelo en señal de victoria, respeto y homenaje, a pesar de cantar el Salmo 118:25-26:
» Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora. Bendito el que viene en el nombre de Jehová; Desde la casa de Jehová os bendecimos.»
A pesar de Todo, ellos NO comprendieron ni quién era ÉL, ni Su Propósito, sino que sólo vieron en ÉL un mero instrumento para cumplir sus deseos terrenales, vieron en ÉL un político libertador contra el Imperio de Roma; y la misma eufórica multitud que le aclamó a grito vivo: ¡Hossanna, Bendito el que viene en el nombre del señor!, fue la misma que días más tarde aclamó: ¡Crucifícale!. Ellos esperaban y anhelaban un libertador político, un guerrero mesiánico, un caudillo nacionalista al más puro estilo Rey David; mucho más aún teniendo en cuenta el ambiente nacionalista que se respiraba en esos días contra el imperio romano, que mientras celebraban la liberación de la esclavitud de Egipto, eran oprimidos y subyugados fuertemente por Roma. Ellos obviaron y pasaron por alto, que estaban ante el Mejor y verdadero David, ante el Hijo (2ª Sam. 7, Slm. 89) y Señor de David, de quién David mismo escribió, a modo profético, en el Salmo 22, para relatar, proféticamente, el episodio sufrido y glorioso de la cruz. Tal vez ellos esperarían que ese mismo día que entró en la ciudad, tomaría todo el control de ella.
FUE UNA FALSA CORONACIÓN DEL VERDADERO REY
La entrada de Jesús y la recepción que le dio el pueblo fue todo un espectáculo que creó conmoción y alboroto en Jerusalén, todo un espectáculo que conmovió y paralizó toda la ciudad entera, pero ellos NO fueron conscientes de la importancia de tal evento, y por eso el evangelista Lucas nos dice que Jesús se lamentó, se angustió y lloró al ver la ceguera y la dureza de corazón de su pueblo, de sus compatriotas en la carne, quienes creían que su enemigo era Roma, y NO la propia Ira de un Santo y Justo Dios.
Lucas 19:41 «Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella»
Lucas 19:41 «Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella»
Ellos anhelaban la libertad terrenal, mientras eran esclavos espirituales. Ellos deseaban salir del yugo de Roma, pero estaban ciegos viviendo en el yugo del Pecado y de la muerte. Queriendo liberarse del emperador, eran presos del príncipe de la potestad del aire, del dios de este siglo, del Diablo, de Satanás. Mientras el Cordero de Dios (Jn. 1:29) entró y se presentó a la capital del Reino para realizar el perfecto sacrificio, el pueblo entero estaba escogiendo y seleccionando el cordero pascual para sacrificarlo el día señalado, como cada año, obviando que todo trataba, señalaba y se refería a ÉL.
ÉL era el Mesías esperado y señalado en todo el Antiguo Testamento, anunciado por los profetas y amparado por El Padre, y por Su Testimonio propio, lleno de milagros y señales. Isaías lo anunció, Jeremías y Daniel hablaron de ÉL, Zacarías profetizó, Moisés, los Salmos,… Lo tenían en cada palabra de la Escritura, y sin embargo no lo vieron con ellos. Su Pueblo estaba ante EL Rey Prometido, ante el Dios-humano, y estaban cegados y endurecidos.
Jesús, como pleno Dios, conocía el superficial y engañoso corazón que impulsaba tales gritos de júbilo y victoria, e inmediatamente ÉL lanzó una profecía sobre Jerusalén (Lucas 19:43-44), que tuvo cumplimiento en aquella misma generación, y unos 40 años más tarde de lanzar tales palabras, pues el ejército romano destruyó Jerusalén, y no quedó piedra sobre piedra del magnífico Templo embellecido por Herodes (70 d.C).
Según leemos en Lucas 19:41, el rey del cielo y de la tierra, Jesús, lloró al ver la ciudad de Jerusalén. Pues mientras el pueblo, vacío de fe y duro de corazón, le aclamaba, Jesús lloró por ellos porque conocía, verdaderamente, la superficialidad de ellos.
ÉL ES EL REY QUE VINO ANTES A SER CORDERO.
ÉL ES EL REY QUE SE CORONÓ DE ESPINAS, ANTES QUE DE GLORIA.
ÉL ES EL REY QUE SE HIZO SIERVO PARA SER EXALTADO.
ÉL ES EL REY QUE LEVANTÓ SU TRONO Y SU PALACIO EN UNA CRUZ.
Al anochecer de ese día, y tras inspeccionar el Templo, y atender a algunos enfermos allí, se fue dolido y desagradado a Betania con los 12, para volver nuevamente el día siguiente, donde purificará el Templo. ÉL es el Rey de Reyes y Señor de Señores, y ante ÉL Toda rodilla hincará tierra, y Toda lengua confesará. Asegúrate de aclamarlo y recibirlo como el Rey, Salvador y Señor que es, y NO con una devoción pasajera y emocional como la multitud de Jerusalén le vitoreaba aquel domingo, conocido como «Domingo de Ramos»
¡QUE EL REY REINE TU VIDA!
1ª Juan 5:1 «El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que NO tiene al Hijo de Dios NO tiene la vida”
De la misma manera que pasó en la 1ª Pascua, en Egipto, donde reinaría la muerte del primogénito, excepto que un cordero fuese sacrificado y su sangre cubriese la casa, ahora el mejor y verdadero Cordero de Dios ya ha sido sacrificado. O ÉL pagó el precio de tu pecado en la Cruz, o tú lo vas a pagar durante toda una eternidad, donde solo estará la Ira de Dios. Y Jesús entró aquel día a pagar el precio, a sentarse en el banquillo de los acusados, de los culpables, a liquidar la deuda.