Si en el estudio anterior llegamos a la conclusión que el Espíritu Santo es una persona, en este vamos a tratar de exponer que esa persona es divina, esto es, que el Espíritu Santo es Dios. Es la propia evidencia bíblica quien afirma y confirma semejante afirmación de una manera contundente y clara. Un notorio ejemplo de esto es la acusación de Pedro a Ananías, quien no mintió a los Apóstoles de Dios, sino a Dios mismo.
Como Dios mismo, Él toma parte de la esencia de Dios, la cual se difunde en, (o llena a), cada miembro de la Deidad. Cada miembro de la Trinidad subsiste en la esencia total e indivisible, simultánea y eternamente. El Espíritu es coigual, coexistente y coeterno con el Padre y el Hijo. Debido, en parte, a que nosotros somos finitos frente al Dios infinito es que la doctrina de la Trinidad, la cual ha tenido un desarrollo progresivo en las escrituras, es que ha sido puesta en entredico a lo largo de los siglos de la historia de Iglesia. No se trata, como algunos creen, de una fuerza activa o mística o un poder impersonal, sino de una persona (personalidad) divina de la Deidad
Hechos 5:3-4 » Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.»
Otro claro ejemplo es 1ª Corintios 12:4-6, donde tras decir el Apóstol Pablo que «hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo (…) Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos es el mismo». En definitiva, Pablo dice que es el Espíritu quien lo hace, e inmediatamente después nos dice que es Dios quien lo hace, ¿Por qué? Simplemente porque el Espíritu Santo es Dios.
¿QUÉ EVIDENCIAS BÍBLICAS PODEMOS HALLAR ACERCA DE LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO?
I.- NOMBRES
Está relacionado claramente por nombre con las otras 2 personas de la Trinidad, el Hijo y el Padre, hasta en un total de 17 veces, con términos tales como «Espíritu de Jesucristo» en Filipenses 1:19 (Rom. 8:9, Gl. 4:6) o «Espíritu de nuestro Dios» en 1ª Corintios 6:11 o Romanos 8:11. Esto es solo posible teniendo la misma esencia divina que ellos.
II.- ATRIBUTOS
Posee las perfecciones de Dios, esto es, los atributos incomunicables de Dios mismo, que son inherentes y únicos en Dios, tanto en clase como en extensión. Él es Eterno (Heb. 9:14), Santo (Is. 63:10, Sl. 51:11), Omnipresente (Sl. 139:7-10), Omnipotente (Jb. 33:4, Sl. 104:30 o Lc. 1:35), Omnisciente (1 Cor. 2:10-11, Jn. 14:26 o 16:13). Además es Verdad (Jn. 14:17, 15:26, 1ª Jn. 5:6)
III.- ACCIONES
Si sólo Dios puede realizar las obras siguientes, y el Espíritu Santo se nos dice que las realizó, llegamos a la necesaria conclusión que Él es Dios: creación (Gn. 1:2, Jb. 26:13 y 33:4), inspiración (2 P. 1:20-21), regeneración o nuevo nacimiento (Jn. 3:5-8, Tit. 3:5), resurrección (Rom. 1:4, 8:11) o santificación (2 Tes. 2:13, 1 P. 1:2). Dicho de otro modo, el Espíritu Santo fue claro partícipe activo en la creación del mundo, en la inspiración e inerrancia de las Escrituras, en el nacimiento virginal de Jesús o en Su propia Resurrección.
IV.- ASOCIACIONES
El Nuevo testamento identifica al Espíritu de Yahveh del Antiguo Testamento, particularmente cuando cita un pasaje del Antiguo en el cual Dios habló y lo atribuye al Espíritu; véase Hechos 28:25 con Isaías 6 o Hebreos 10:15-17 con Jeremías 31:31-34 (aquí, lo que Yahvé dice en Jeremías lo declara el Espíritu Santo en Hebreos). Esto es una evidencia fuerte de que los msimos escritores inspirados del Nuevo Testamento consideraron que el Espíritu Santo es Dios. Además, tanto en la fórmula bautismal de la gran comisión, como en la fórmula de la bendición trinitaria en la doxología de la 2ª epístola a los Corintios, se puede apreciar esta asociación inter trinitaria, en la cual el Espíritu Santo, en igualdad al Padre y al hijo, se presenta como Dios.
Mateo 28:19 « Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»
2ª Corintios 13:14 «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.»
Hay que considerar, llegado a este punto, que el Espíritu Santo procede tamto del Padre como del Hijo y que está, de alguna manera, subordinado a ambos, de la misma manera como el Hijo mismo se subordina voluntariamente al Padre.
Juan 15:26 «Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.»
Juan 16:13-14 «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, ÉL os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.»
El punto 2:3 de la Confesión de fe de Westminster lo dice así: «En la unidad de la Divinidad hay tres personas de una sustancia, poder y eternidad; Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. (1) El Padre no es engendrado ni procede de nadie; el Hijo es eternamente engendrado del Padre, (2) y el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo. (3)»
El Hijo glorifica al Padre y el Espíritu hace lo propio con respecto al Hijo. Es por ello, que cuando viene a morar en nuestro interior (Ef. 1:13), su obra es que Cristo sea glorificado en y por medio de nosotros. Cada uno refleja la gloria del otro. El Padre es toda la plenitud de la divinidad invisible (1ª Tim. 6:16), el Hijo hace visible al Padre (Col. 2:9) y el Espíritu santo actúa directamente en nosotros, los creyentes, para revelarnos, guiarnos y llevarnos a Cristo, al Hijo, para hacernos, progresiva y gradualmente, como ÉL y para gloriarnos en ÉL.
Parte de la promesa de nuestro Señor consiste en mandar «otro consolador» (Jn. 14:16) que el Padre enviará. Ese «otro» significa uno de la misma clase, del mismo tipo, naturaleza y esencia para que los discípulos no queden huérfanos. Es decir, enviaría otro miembro de la Trina Deidad, el Espíritu Santo, el «Parakleto». De igual manera, la invoación trinitaria de Juan, vincula a las 3 personas de la Deidad como coiguales.
Apocalipsis 1:4-5 «Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre»
Por todo esto es que Dios mismo en Su Palabra nos advierte de un imperdonable pecado contra el continuo, obstinado y deliberado rechazo a Cristo, procedente de un corazón duro, lleno de odio extremo a ÉL y considerando toda la verdad como falsa, hasta el punto de que sea irreversible, sin vuelta atrás y sin posibilidad de arrepentimiento. Se trata de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Si sólo se puede blasfemar contra Dios, y Cristo mismo nos habla del pecado imperdonable de la blasfemia del Espíritu Santo, necesariamente, este deber ser y es Dios mismo.
Para finalizar, se puede argumentar que, tratandose de una persona de la divinidad, no ha estado exenta de ataques satánicos en forma de herejías a lo largo de la historia de la Iglesia (sabelianismo, arrianismo o socinianismo). Negaban, por un lado, que fuera una persona, y también que fuera Dios. Satanás ha intentado causar división al tratar de desvirtuar la verdad revelada con la mentira, la falsedad y la vulgar imitación.