Siguiendo el orden de los estudios, y previo a tratar la salvación (soteriología), nos adentramos en lo que se conoce en teología sistemática como pneumatología, esto es, el estudio de la tercera persona de la Deidad, el Espíritu Santo, el cual es el ejecutor y quien aplica y trae a nosotros la salvación. Del Espíritu Santo, al igual que sucede con el Hijo, no solo importa Su obra, sino además Su persona misma, y esta faceta ha sido algo descuidada durante siglos, hasta la época de la Reforma Protestante. La cristología fue duramente debatida y puesta en entredicho, toda vez que fue defendida por la Iglesia a lo largo de su historia, y eso provocó un descuido en la pneumatología. Igualemente hoy, por temor a lo falso y a lo exgaerado, esta doctrina se desestima o descuida en muchos círculos, al igual que se exagera con excesos espirituales en otros círculos evangélicos. Nuestro deber es acudir a la Palabra de Dios, inspirada precisamente por el Espíritu Santo.
Y empezando por su personalidad, debemos decir claramente que no hablamos de algo, no hablamos de una fuerza, poder impersonal o una influencia, sino de Alguien, de Dios mismo. Esto pudiera parecer un serio problema si decimos que solamente puede existir personalidad en los seres humanos. Pero si la personalidad, más allá de los elementos físicos como las partes de un cuerpo, se define como la posesión de intelecto, emociones y voluntad, el Espíritu Santo tiene estas características, y por tanto es una persona y tiene personalidad.
- VIDA: Su vida es una vida que existe por sí misma y en sí misma. Jesús habló del Espíritu en términos de una fuente inagotable de “agua viva” que fluye desde el interior del creyente (Jn. 7:38)
- INTELECTO: El Espíritu Santo tiene intelecto, todo lo escudriña, examina o investiga (1ª Cor, 2:10). Examina las profundidades de Dios y nos las revela. Él puede impartir el don de sabiduría y el de palabra de ciencia (1 Cor. 12:8). Aconseja, sabe y conoce, así como imparte sabidiría (Is. 11:2). Habla (Hch. 8:29, 10:29, 11:12, 13:2, Apoc. 2:7-3:22)
- CONOCIMIENTO: El Espíritu Santo, al contrario que todos nosotros, entiende la mente de Dios (1ª Cor. 2:11-12)
- MENTE: De manera inversa a la anterior, el Padre conoce la mente, la forma de pensar, la intención, el pensamiento del Espíritu (Rom. 8:27)
- EMOCIONES: Ello implica que hay sentimientos, conciencia y capacidad para responder a algo. Es una persona que se le puede ofender o entristecer (Ef. 4:30-ss) o afrentar (Heb. 10:29). Además experimenta gozo (1 Ts. 1:6), sufre por el pecado (Is. 63:10 o Ef. 4:30) y ama (Rom. 5:5, 15:30 o Gl. 5:22)
- VOLUNTAD: Tiene voluntad, capacidad de decisión y elección soberana (Hch. 16:6, 1ª Cor. 12:11). Dirige (Hch 16:6-7), distribuye dones espirituales (1 Cor. 112:11, Hb. 2:4), contiende con los pecadores (Gn. 6:3, Hch. 7:51)
NO ES UNA INFLUENCIA, ENERGÍA O PODER, ES UNA PERSONA, DIOS MISMO, A LA CUAL PODEMOS ENTRISTECER
Arrio, condenado en el Concilio de Nicea (325 d.C.) consideraba que era tan solo una influencia que emanaba del Padre, negando su personalidad. Su herética doctrina sigue hoy presente en el unitarismo o en los Testigos de Jehová.
Juan 16:13 «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, ÉL os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.»
Mateo 28:19 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»
2ª Corintios 13:14 « La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén»
Hechos 15:28 «Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias (…)»
Las obras del Espíritu Santo son, en este caso, similares a las del Padre y del Hijo, y estas confirman su personalidad. El Espíritu Santo ama (Gl. 5:22), y por eso derrama Su Amor en nuestros corazones (Rom. 5:5), se puede entristecer (Ef. 4:30), afrentar (Hb. 10:29), resistir (1ª Tes. 5:19). El Espíritu Santo enseña y recuerda (Jn. 14:16-26, Nh. 9:20 o 1ª Jn. 2:27, Jn. 14:26), ilumina (1 Cor. 2:10-13), testifica de Cristo (Juan 15:26, Hch. 5:32, 1 Jn. 5:6-8), guía a toda verdad (Jn. 16:13, Gl. 5:18), convence al mundo (Jn. 16:18, Gn. 6:3, Hch. 7:51), revela (1ª P. 1:21, Jn. 14:17, Neh. 9:30, 1 Cor. 2:10), regenera (Jn. 3:6, 5:21, Tt. 3:5), bautiza (1ª Cor. 12:13), adopta (Rm. 8:15), sella (Ef. 4:30), mora en todos los creyentes (Rom. 8:9-11, 1 Cor. 3:16) llena (Lc. 4:1, Hch. 2:4, Ef. 5:18), garantiza (2 Cor. 1:22, 5:5), guarda (2 Tim. 1:14), intercede a nuestro favor (Rom. 8:26, Ef. 6:18, Judas 20), atestigua (Gl. 4:6), empodera (Éx. 31:1-3, Jue. 13:25, Hch. 1:8), fortalece (Ef. 3:16) consuela (Jn. 14:16, 15:26, 16:7), ordena, comisiona y envía (Hch. 8:26, 13:2-4, 16:6), produce fruto y carácter espiritual (G. 5:16-18 y 22-23), enseña (Jn. 14:26, Hch. 15:28, 1 Jn. 2:20), habla (Gl. 4:6, Apoc. 2:7), resucita (Rom. 1:4 y 8:11). Igualmente es enviado al mundo por el Padre (Jn. 14:16 y 26), por el Hijo (Jn. 16:7)
Podemos igualmente declarar que, a menos de ser una persona y de ser Dios mismo, estas cosas no serían de la gravedad y realidad que son:
- Se puede contristar al Espíritu santo cuando pecamos (Ef. 4:30 e Is. 63:10)
- Se puede blasfemar contra ÉL (Mt. 12:32 o Mc. 3:29-30), al igual que se hace contra el Padre (Apoc. 13:6 o 16:9), o contra el Hijo (Mt. 27:39, Lc. 23:39). Tambien se puede insultar y hacer afrenta, como se describe en Hebreos 10:29
- Se puede resistir al Espíritu Santo, tal como expuso Esteban en Hechos 7:51 o en 1ª Tesalonicenses 5:19
- Se puede mentir como lo hicieron Ananías y Safira en Hechos 5:3. También se puede hablar en contra de ÉL (Mt. 12:32)
- Se puede obedecer, como Pedro obedeció en Hechos 10:19-21 y fue hasta casa de Cornelio.
¿CUÁLES SON LOS NOMBRES Y TÍTULOS QUE SE ATRIBUYEN A LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO?
Espíritu de Dios (Génesis 1:2), Espíritu del Señor (Lucas 4:18), Espíritu de nuestro Señor (1ª Corintios 6:11), Espíritu de Jehová el Señor (Isaías 61:1). Es llamado «otro Consolador, o abogado» como así lo es Cristo (Juan 14:16-17, 16:7, 1ª Juan 2:1-2). Solamente una persona podría tomar el lugar del Hijo durante su ausencia («paracleto») que a su vez significa Defensor, Ayudador, Consolador, Alentador, Consejero, Intercesor y Aliado. Jesús confirma esto cuando dice que el Espíritu es ‘otro’ paracleto que continuaría su ministerio después de su partida”. Jesús mismo habla del Espíritu de vuestro Padre en Mateo 10:20, Pablo del Espíritu el Dios viviente (2ª Corintios 3:3). Dios mismo dice Mi Espíritu en Génesis 6:3.
Al ser una persona, y formar parte de la Trinidad, ÉL es co-igual con el Padre y el Hijo, siendo llamado Dios (Hch. 5:3-4, 28:25-26 con Is. 6:8-9), contando con los atributos propios e inherentes de Dios ( Gn. 1:2, Job 26:13, 1ª Cor. 2:9-11 o Heb. 9:14), y realizando las mismas obras que Dios (Job 33:4, Sl. 104:30, Lc. 12:11-12, Hch. 1:5, 2ª P. 1:2). ÉL, como Dios, Requiere y demanda obediencia y fe (Sl. 51:11, mt. 28:19 o Hch. 10:19-21)
Se le denomina Santo porque, más allá de aplicar a nosotros la obra de Cristo, produce santidad como hijos de Dios. Es un agente activo en nuestro proceso gradual de santificación.
Puesto que, como hemos dicho, es una persona, una personalidad, nosotros tenemos la posibilidad de gozar y disfrutar de una relación personal con ÉL.
1ª Timoteo 4:1 «Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios»
1ª Juan 5:6 «Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.»
Igualmente, se nos manda, llama y exhorta a no pecar contra ÉL, a no resistirlo, no apagarlo y a no afligirlo o constreñirlo
En nuestra oración, de la misma manera que Jesús intercede como nuestro Sumo Sacerdote al Padre, el Espíritu Santo hace lo propio, como el Parekleto, por nosotros en la tierra. Además, ÉL realiza tareas que sólo puede realizar personas; consuela, guía, enseña, busca, selecciona, revela, convence, amonesta, exhorta…
Por último, y por todo lo expuesto en este estudio, nuestra respuesta debiera ser de amor, obedecer y adorar, ya que ÉL, como Dios, es la 3ª persona de la Trina Deidad.
Él consuela a los cristianos (Jn. 14:26), Él ordena (Hch. 13:2), Él crea (Gn. 1:2), Él imparte poder (Zac. 4:6), Él guía a los creyentes (Rom. 8:14), Él intercede por los creyentes (Rom. 8:26), Él ora por los creyentes (Rom. 8:26), Él reprende, exhorta y convence de pecado (Jn. 16:8), Él habla (Hch. 8:29), Él enseña, ilumina y reveló la verdad (1ª Cor. 2:13), Él testifica de Cristo, de la verdad (Jn. 15:26)
IMÁGENES BÍBLICAS DEL ESPÍRITU SANTO
- Paloma que se refiere a la justicia del Espíritu (Mt. 3:16,Lc 3:22, Jn. 1:32)
- Fuego, su presencia visible (Hch 2:3)
- Aceite, la unción del Espíritu (2 Cor. 1:21, 1 Jn. 2:20)
- Promesa, que evoca la garantía (2 Cor. 1:22, 5:5, Ef. 1:14)
- Sello, la propiedad y seguridad del espíritu Santo (Ef. 1:13 y 4:30, 2 Cor. 1:22)
- Agua, salvación, capacitación e introducción del Espíritu Santo (jn. 7:38-39, Hch. 1:5, Tt. 3:5)
- Viento, el empoderamiento visible y notorio (Jn. 3:8, Hch 2:2, 2 P. 1:21)
Como dijo Martyn Lloyd-Jones, «dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, si somos cristianos, el Espíritu Santo está en nosotros, y si de verdad queremos disfrutar de las bendiciones de la salvación, lo hacemos al saber que nuestro cuerpo es su templo»