Tras haber expuesto magistralmente en los versículos anteriores que debido a la Justicia de Cristo atribuida e imputada a él por fe podría presentarse satisfactoriamente ante Dios, después de exponer que NO hay nada ni en él mismo ni en el mundo entero comparado con ser hallado en Cristo, conocer y experimentar a Cristo, aún padecer, sufrir o morir por Cristo, ahora Pablo va a exponer en los versículos siguientes, mediante una bonita analogía, que desea ganar a Cristo al máximo grado y no conformarse con menos que la meta, que el supremo y excelso premio.
Pero él va a dejar bien claro lo expuesto en los versículos 8-11 para así evitar malentendidos acerca del significado de que lo haya perdido todo, o todo lo tiene por perdida o basura por ganar a Cristo, ser hallado en ÉL, participar en ÉL y ser semejante a ÉL en Su Resurrección.
Filipenses 3:12-16 «NO que lo haya alcanzado (conseguido) ya (NO me conformo con menos que todo), ni que ya sea perfecto (completo o maduro); sino que prosigo (sigo adelante insistiendo con fe, firmeza y perseverancia), por ver si logro asir (alcanzar aquello por lo cual fui alcanzado por ÉL camino a Damasco en Hechos 9) aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús (esto es, ser permanente conformado a la gloriosa imagen del Señor Jesús. Él fue salvo por Cristo para ser semejante a ÉL). Hermanos, yo mismo NO pretendo haberlo ya alcanzado (NO, aún no he logrado el supremo premio celestial, aún NO he llegado a la meta, pero avanzo firmemente y sin titubear); pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo (habla en presente, en una acción continua) a (en dirección) la meta (con todas mis fuerzas) , al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (el llamado, el premio y la meta es sólo y únicamente EN ÉL). Así que, todos los que somos (maduros) perfectos («teleios». Todos los que estamos completos y maduros en Cristo, que estamos creciendo y desarrollándome en ÉL, debemos tener este modo de pensar y sentir), esto mismo sintamos (sintamos una misma cosa, en unanimidad de sentimiento, aludiendo concretamente a lo descrito en los versículos 12-14); y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios (y si pensáis diferente, Dios os guiará a la verdad y os lo hará entender). Pero (una cosa más) en aquello a que hemos llegado (progresado), sigamos (avancemos hacia adelante según hayamos ya crecido) una misma regla (corramos juntos en la misma pista de atletismo, por la misma calle y en la misma dirección), sintamos una misma cosa.»
Pablo, el maravilloso Apóstol de Cristo para las naciones, con todos sus logros en la carne antes de tener ese encuentro que todo lo cambio ni con todo su obra apostólica y misionera que se inició desde aquel día en Damasco, NO era perfecto, NO estaba completo aún, NO había llegado aún a la meta, NO era lo que debería ser, NO había alcanzado al ideal de la estatura del varón perfecto, NO había obtenido el gran premio definitivo, NO había perfeccionismo en él, y eso lo deja bien claro desde estos versículos, pero de la misma manera, también nos deja claro lo siguiente, que su objetivo por el cual sigue adelante y se esfuerza es por alcanzar todo aquello por lo cual Cristo le alcanzó años atrás a él, y ésto es lo que escribió en los versículos 8-11 de esta mismo capítulo:
- El excelente, insondable y glorioso conocimiento de Cristo.
- Ser hallado, estar en ÉL, unido e injertado en ÉL
- Participar en ÉL, aún sin Sus Sufrimientos y Padecimientos hasta el punto de estar plenamente identificado con EL; ser sepultado con ÉL, ser resucitado con ÉL, ser ascendido con EL y ser glorificado como ÉL para estar eternamente junto a ÉL.
La idea principal de Pablo para con los filipenses es que alcancen juntos la meta, pero también hace énfasis en el hecho de que él (Pablo) aún NO ha llegado a ese destino, y que jamás nadie, ni él mismo, ni mucho menos los judaizantes legalistas, llegarán a ser más completos en Cristo por la observancia de la Torah
Si bien es cierto que John Wesley sí creía y así lo enseñaba que el creyente puede estar de alguna manera perfecto y sin pecado en este lado de la eternidad, en esta vida, con una perfección moral y espiritual, erradicando la naturaleza pecaminosa (Doctrina del Perfeccionismo), la respuesta bíblica es que la perfección del cristiano se consumará en la 2ª Venida de Cristo, cuando tenga lugar la Redención del cuerpo (Romanos 8:23 y 1ª Juan 3:2)
Juan nos dijo que si decimos que no tenemos pecado, nos engaños (1ª Juan 1:18), Jesús, que orásemos al Padre por el perdón de los pecados (Mateo 6:12), Pablo que el creyente es el campo de batalla de una guerra o lucha interna entre la naturaleza pecaminosa y el Espíritu.
Y ya que el estudio está enfocado en términos escatológicos, podemos y debemos hablar brevemente de lo que en teología se conoce como la tensión del «YA PERO TODAVÍA NO».
Hay que dejar bien claro que el Reino de Dios es una realidad que está entre nosotros (Mateo 12:28, Lucas 17:20-21), ha sido manifestado en la Creación, inaugurado con la 1ª venida del Rey, del Señor Jesús, y como tal ya estamos disfrutando aquí y ahora de algunas bendiciones del siglo venidero, PERO aún este Reino NO ha sido consumado, o lo que es lo mismo, el reino del mal, de las tinieblas aún no ha sido erradicado por completo y esto se producirá con la 2ª Venida de Cristo, cuando traiga todas las bendiciones del siglo por venir, destruyendo todo dominio, autoridad y poder que se opone a sus propósitos y establezca Su Consumado, glorioso y Pleno Reino Milenial.
Nosotros, los creyentes, los que hemos sido justificados y trasladados del reino de las tinieblas a la potestad del Hijo, aún gemimos esperando que nuestros cuerpos sean liberados de todo lo que tenga que ver con el pecado, y aún vamos siendo conformados a la Perfecta imagen del Hijo (Santificación).
El Apóstol Pablo, tal y como podemos leer en estos versículos, aún necesitaba limpiarse de la contaminación de la carne y del pecado, necesitaba perfeccionarse en santidad, necesitaba crecer en el conocimiento de Cristo, en definitiva, Pablo necesita esforzarse al máximo para alcanzar el premio a heredar.
«Vale aún NO he llegado, pero sólo hay una opción, SEGUIR ADELANTE Y AVANZAR. Ser cristiano es incompatible con la idea de ser pasivos»
A pesar de lo que los falsos maestros afirmasen, NO es posible alcanzar tal perfección espiritual en esta vida.
Por todo ésto es por lo que Pablo se esfuerza tratando de perseguir a Cristo, sabiendo que por la Gracia y Misericordia de Dios, ÉL antes fue alcanzado por EL.
PABLO FUE ALCANZADO POR CRISTO CUANDO CUANDO PERSEGUÍA A LA IGLESIA, Y LO HIZO PARA PODER PERSEGUIR CADA DÍA A CRISTO.
Antes de ser salvo, Pablo ya perseguía a Cristo para tratar de acabar con ÉL, pero tras ser salvo por Gracia, Pablo seguía persiguiendo a Cristo, pero esta vez en un sentido muy diferente, en un sentido positivo.
12 veces se relaciona y menciona a Pablo tratando de destruir y perseguir a la Iglesia, y ahora lo persigue pero NO para ese fin, sino para identificarse con ÉL, para ser hallado y conformado a Su Imagen (Romanos 8:29).
Todos los esfuerzos de Pablo son simplemente una respuesta a la acción anterior de Cristo quien lo persiguió y llamó.
Ese podría ser el magnífico resumen de todo el largo y continuo proceso de Santificación, es decir, el procurar con todas las fuerzas ser semejantes a Cristo, dejando atrás todo nuestro pasado, ya sea bueno como malo. Lo malo fue colocado y puesto en Cristo, lo «bueno» NO nos garantiza ni nos sirve de nada sino de estímulo y ánimo para seguir adelante.
Pablo no solo expone ésto, además lo va a ilustrar con ejemplos muy contextualizados para ellos en el ámbito del atletismo olímpico, queriendo así enfatizar el continuo esfuerzo que supone alcanzar y perseguir estos objetivos.
Pablo sabía que con este ejemplo ellos lo entenderían perfectamente, pues en Éfeso había un gran anfiteatro y allí se celebraban los juegos Olímpicos.
Hechos 20:24 « Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.»
1ª Corintios 9:24-27 «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.»
El crecimiento espiritual y la madurez es similar a un corredor en plena carrera de resistencia que se esfuerza por ganar y llegar a meta, olvidando todos nuestros méritos, nuestro currículum, nuestros más altos logros, dejando de confiar en ellos, y NO distrayéndonos en mirar atrás.
NO es un esfuerzo para ganarse la salvación, sino más bien para caminar en una salvación ya ganada, obtenida, otorgada y asegurada por Dios, Más bien es un llamado a avanzar, a crecer en la vida espiritual y cristiana.
2ª Pedro 3:18 «Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A ÉL sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén»
¿ALGUNA VEZ HAS VISTO ALGÚN CORREDOR, ALGÚN ATLETA MIRA HACIA ATRÁS EN UNA CARRERA OLÍMPICA?
NO, pues eso le supondría perder un valiosísimo tiempo, perdería la prueba y NO obtendría la medalla de oro, la corona de laurel y el premio o reconocimiento, además que podría caerse o tropezarse en mitad de la carrera atlética, o incluso ser adelantado por un rival. Asimismo el Apóstol se esfuerza para alcanzar lo que está por delante, observando y tratando de completar la carrera para ganar y obtener el Premio.
¿CUÁL ES EL PREMIO?
NO es la salvación, pues ésta NO se gana, sino que se recibe por Gracia y se acepta por fe (Efesios 2:8-9)
La META es la creciente semejanza a Cristo aquí en la tierra, siendo más parecidos a ÉL y menos como nosotros (Filipenses 3:12).
El PREMIO es la perfecta, consumada y glorificada semejanza a ÉL en el cielo (ver Romanos 8:28-30 y Filipenses 3:20-21)
El SUPREMO LLAMAMIENTO CELESTIAL DE DIOS EN CRISTO es ser y formar parte de Su Pueblo, un pueblo formado tanto por judíos como gentiles, quienes un día se presentarán blancos, radiantes, impolutos, intachables, irreprensible y, ahora sí, perfectos y completos ante ÉL para adorarle y estar con ÉL toda una eternidad.
Es ahora que entendemos mejor la comparación que hace Pablo en 3:7-8 donde para él todo es basura y pérdida.
Él quiere que ellos (los filipenses) y nosotros pongamos la mirada en el día cuando Cristo transforme nuestros cuerpos y lo haga similar al Suyo, un cuerpo espiritual y revestido de Gloria.
Pablo entiende que toda esta idea en el contexto de la iglesia local pudiera ser difícil de entender, y es por eso que en el versículo 15 sabe que los que son maduros (perfectos) sí entenderán toda esta idea se situarse en la pista de carreras y continuar esforzándose hasta llegar a la meta, pero a los más inmaduros les costará más, y será Dios quien traiga iluminación a ellos y quién les diga a ellos lo mismo que Pablo les está diciendo a través de estas palabras.
NUESTRA META EN ESTA VIDA DEBE SER SIEMPRE IR EN POS DE CRISTO, ALCANZARLO, GANARLO, OBTENER MÁS Y MÁS DE ÉL, SER CONFORMADOS A ÉL.
Para Pablo, tal MADUREZ NO consiste en confiar en los logros y méritos de uno mismo, sino más bien en continuar adelante, en seguir esforzándose y en recorrer el camino que aún queda.
En el versículo 16 hace una petición a todos, ya sean más maduros en la fe o inmaduros, y es que vivan, andén y progresen acordé al Evangelio, conforme al grado ya obtenido.
«Sea como sea, pero continuar avanzando hacia adelante, aunque los pasos sean más pequeños, pero siempre avanzando en pos de Cristo hacia la meta. NO os detengais, NO os paréis, NO miréis atrás, sino seguir por el camino espiritual que habéis iniciado»
LA CONDUCTA DEL CRISTIANO DEBE ESTAR EN ARMONÍA Y CONSONANCIA CON EL GRADO DE CONOCIMIENTO QUE DIOS YA HA CONCEDIDO
Si la imagen de un atleta levantando los brazos a escasos pasos de la meta es inequívoca señal de su victoria, el propio Pablo pudo declarar lo siguiente al final de su vida:
2ª Timoteo 4:7-8 «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez Justo, en aquel día; y NO sólo a mí, sino también a todos los que aman Su Venida.»
Un atleta se ha preparado esforzadamente, ha entrenado largas y largas horas bajo frío y calor, se ha cuidado de lesiones, ha sido minucioso con la alimentación, con las salidas ociosas,… así durante varios largos años de su vida para una carrera que se celebra cada 4 años (olimpiadas), que puede durar unos segundos y cuyo premio es una corona que difícilmente persiste el paso de los años y un trozo de metal.
¿Cuánto más un cristiano debe esforzarse, debe consagrarse, debe separarse de lo nocivo, lo dañino, debe crecer y desarrollar para un premio que es eterno, perfecto e imperecedero y que es Cristo mismo?