Continuando con el estudio de Su Obra y Su Ministerio, y tras haber pasado por el evento de su infancia, a modo de paréntesis entre Su Nacimiento y Su Ministerio Público, es que ahora se inicia la apertura y la inauguración oficial (por decirlo de alguna manera) de dicho Ministerio, donde se hará en el Río Jordán
Tras 400 años de silencio por parte de Dios, la historia y la narración bíblica irrumpe con el último y más grande de los profetas veterotestamentarios, aquel quien vio personalmente y apuntó con su dedo al tan esperado y anhelado Mesías, Juan «El Bautista».
Precisamente es en el último versículo, del último profeta, del último libro del Antiguo Testamento quien nos dirá que Elías vendrá como precursor a preparar el camino al Señor, y este NO es otro que Juan «El Bautista», quien aparece en el poder, oficio y ministerio de Elías (NO una reencarnación física de él)
NO sólo eso, sino que además lo bautizó, y en este estudio veremos ese episodio que inauguraría SU ministerio público:
Malaquías 4:5 «He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el Día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.»
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Juan «El Bautista» hace algo inaudito, algo fuera de lo normal, algo que topa y choca con los moldes de por entonces, algo que causa un enorme impacto y una conmoción y para entender eso, es necesario comprender el contexto histórico que rodea el bautismo de Juan.
En esos días ya existía un bautismo, y este era para los gentiles prosélitos que se convertían al judaísmo después de hacer una declaración de fe, de circuncidarse y de limpiarse y purificarse en este bautismo, ya que ellos eran considerados como impuros y contaminados, ajenos al Pacto de la Promesa.
Pero hay una enorme diferencia, aquí vemos algo impactante, y es que Juan NO llama a gentiles para hacerse del pueblo del Pacto ante la futura llegada del Mesías; Juan está llamando a los israelitas a bautizarse en el Jordán ante la inminente llegada del Rey a establecer Su Reino.
JUAN LES DICE QUE SON ELLOS, LOS ISRAELITAS LOS QUE DEBEN LIMPIARSE Y PURIFICARSE, YA QUE EL REINO SE HA ACERCADO Y HA SIDO INAUGURADO Y NO ESTÁN PREPARADOS.
Juan hace un claro llamado al Arrepentimiento, pero se lo hace al Pueblo de Dios, a Israel, y ésto era sumamente ofensivo, detestable y controversial para ellos, quienes de por sí ya se consideraban dignos herederos de la Promesa, de ahí que enviaran una comisión o delegación para ver exactamente qué estaba pasando en el Jordán con este raro y solitario profeta que vestía pelo de camello, y se alimentaba de langostas y miel de abeja silvestre.
Juan 1:19 «Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?»
Juan le responde que él es aquel mismo señalado por el profeta Isaías, el heraldo del Mesías, aquel quien proclamaría al Salvador, el Consuelo y el Gozo del Pueblo
Isaías 40:3 «Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.»
Con un claro llamado en los rituales de la purificación (ver Levítico 15), este es un bautismo para arrepentimiento para prepararse y anticiparse ante la llegada del Señor.
Ellos eran los hijos y descendientes de Abraham, orgullosos y autoconsiderados merecedores de tal llamamiento de Dios, pero Juan «El Bautista» va hacerles un llamamiento que no les dejará indiferentes, un controversial y provocador llamado directa y exclusivamente para Israel.
Juan viene a decirles que ellos NO son diferentes a los gentiles, y a pesar de las promesas, de la ley y de los pactos, ellos deberán arrepentirse para la llegada del Rey.
Ellos se veían a sí mismos como justos y dignos, solamente por el hecho de ser judíos descendiente de Abraham, pero francamente estaban muy alejados de la verdad. NO estaban preparados ni limpios para el Salvador, el Rey que venía a inaugurar el Reino.
Juan 8:39-44 «Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; NO hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros NO somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque YO de Dios he salido, y he venido; pues NO he venido de Mí Mismo, sino que él me envió. ¿Por qué NO entendéis mi lenguaje? Porque NO podéis escuchar Mi Palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y NO ha permanecido en la verdad, porque NO hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.»
Para Dios, los verdaderos descendientes de Abraham son los que como él, comparten su fe, más que su raza y su procedencia étnica o geográfica.
Romanos 4:16 «Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros»
Gálatas 3:7 «Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.»
Gálatas 3:29 «Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.»
Juan va a usar 2 imágenes para ilustrar la inminente necesidad de arrepentimiento por parte de los israelitas, ante el Juicio de Dios, y es la de un leñador en el versículo 10 que cortará árboles sin fruto, y la de un aventador que separará la paja del trigo con el rastrillo.
El Bautista fue muy directo y los confrontaba realmente con la verdad.
Mateo 3:7-10 «Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y NO penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo NO soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.»
Con todo esto, de repente aparece en escena, en ese concurrido y ajetreado Jordán el propio SEÑOR JESUS, procedente de Galilea y le dice a Juan que ÉL debe bautizarse.
Ya han pasado unos 18 años aproximadamente desde el evento del Templo que analizamos en el tema anterior.
Si lo de antes, es decir, que a un orgulloso judío se le pidiera arrepentimiento y bautizarse (es decir, limpiarse y purificarse) era algo chocante y radicalmente confrontante para ellos, NO es nada comparado a que ese, a quien Juan reconoce claramente como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) le pida expresamente a él que debe bautizarse como los judíos, como los demás.
Juan tiene en mente tanto la Pascua (Éxodo 12), como el Día de Yon Kippur o de la Expiación (Levítico 16) para poder definir a Jesús como ese mejor y verdadero cordero sacrificial de Dios inmolado por nosotros.
Imagino que Juan, el heraldo y precursor del Señor le diría: «¡Pero Señor, esto es sólo para pecadores, NO para ti!
Juan se horrorizó ante la idea sólo de ver al Santísmo Hijo de Dios, al Cordero, pidiéndole tal identificación con lo obsceno, lo vil, lo menospreciable y lo pecaminoso.
Juan NO podía entender que el Santo, el que NO conocía pecado, el que precisamente venía a bautizar con el Espíritu Santo y Aquel ante quien él mismo NO era digno siquiera de desatarle el calzado, se tuviera que bautizar.
Mateo 3:15 «Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.»
«Juan, permítelo, es necesario para mí, tal vez NO lo comprendas todo, pero debemos hacerlo, es parte de mi Obediencia, de Mi Obra»
¿CUÁLES FUERON REALMENTE LOS MOTIVOS DEL BAUTISMO DE JESÚS?
- Identificación total y plena con una pecadora humanidad, la cual ÉL mismo representaría, al ser el 2º Adán y la Cabeza Federal de la misma (Ver Romanos 5:12-21)
- Ceremonia de reconocimiento público de Jesús, tal y como se dio en el versículo 16, donde fue ungido
- Aprobación y atestiguación pública del ministerio de Juan «El Bautista» como profeta precursor, como el Elías que debía venir.
- Pero sobre todo ÉL debía cumplir con toda jota y toda tilde de la ley. ÉL NO estaba obrando este bautismo por Sí Mismo, sino por Su Pueblo, y por eso, se somete en favor de ellos.
JESÚS ADEMÁS DE MORIR POR NOSOTROS EN LA CRUZ, ÉL DEBÍA VIVIR POR NOSOTROS.
Ver estudio DETALMANERA: https://detalmanera.com/el-triunfo/
Dios NO envió a Su Hijo el Viernes Santo sólo para morir y cumplir con la Redención en el Gólgota, ÉL además tuvo que vivir nuestra justicia, cumpliendo con toda observancia de la ley, con todas las demandas de ella, con toda obligación que Dios impuso al pueblo judío, y es por ello que ÉL fue presentado, fue circuncidado, y aquí veremos, que también fue bautizado.
Por eso, aunque se enfatice mucho menos, Su Vida de perfecta obediencia es igual de importante y necesaria que Su Perfecta Expiación en la Cruz, para así llevar a cabo la doble transacción de 2ª Corintios 5:19-21.
«Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, NO tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que NO conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en ÉL.»
- Mis iniquidades, rebeliones y pecados pasan y son atribuidos a ÉL en la Cruz, quedándose allí con todo lo peor mío
- Su Vida Justa, piadosa, recta, obediente y perfecta pasa a nosotros, a nuestra cuenta, como si la hubiéramos vivido nosotros estando unidos, arraigados e insertados en ÉL por medio de la Fe.
Ver predicación DETALMANERA https://detalmanera.com/sustitucion-y-reconciliacion-2a-corintios-517-21/
Jesús NO tenía nada de que arrepentirse, pero ÉL mismo cargaría con todos los pecados de una humanidad que hoy debe arrepentirse y poner su fe en ÉL para salvación.
Cuando fue incorporado, luego de ser sumergido en las aguas del jordán, ayudado por Juan «El Bautista», el cielo mismo se abrió, se rasgó (se cumplió Isaías 64:1), y la audible Voz de Dios se oyó, para decir lo mismo que diría en el Monte de la Transfiguración.
Mateo 3:17 «Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.»
Dios Padre se agradó en presentar a Su Hijo en medio de Su Pueblo pecador como el mediador, el fiador, el sustituto y el representante, como Aquel descrito en el Salmo 2:7 o en Isaías 42:1.
Con esas palabras aún resonantes en sus humanos oídos, nuestro Señor NO es invitado a ir al Desierto, si no que es empujado, impulsado o movido por el propio Espíritu Santo quien acaba de ungirlo de una manera sin medida o sobrabundante.
Allí en ese cálido, rocoso y solitario desierto, Jesús va a enfrentar una prueba, y a salir victorioso dónde el anterior Adán cayó.
¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE EL BAUTISMO DE JUAN Y EL BAUTISMO CRISTIANO?
Mientras el de Juan enfatizaba la necesidad de arrepentimiento, de limpieza y purificación, para anticiparse y/o prepararse a la llegada del Mesías, y estaba destinado a los judíos, el bautismo cristiano nos identifica precisamente con la Obra de Jesús, con Su Muerte, Sepultura y Resurrección.
Romanos 6:3-5 «O NO sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?Porque somos sepultados juntamente con ÉL para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con ÉL en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de Su Resurrección»
Colosenses 2:12 «sepultados con ÉL en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con ÉL, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.»
De alguna manera, nosotros, la Iglesia de Cristo, somos como Elías, y como Juan «El Bautista», quienes predicamos arrepentimiento a todos, con un claro mensaje de Juicio a una humanidad caída, salvó que vayamos al Salvador en arrepentimiento y fe, hasta que ÉL vuelva en Gloria en Su 2ª Venida.
Cristo ya se identificó con nosotros, tanto en su Encarnación, como en Su Vida Perfecta de rectitud y obediencia, la misma que desde Adán, Dios demanda a cada uno de nosotros y es imposible. Ahora dios quiere que nos identifiquemos con ÉL, con Su Hijo, mediante el arrepentimiento a nuestra vida egocéntrica de vivir para mediante la fe, unirnos e injertarnos en ÉL.