Si el anterior estudio finalizó con Isaías 53:9, y este a su vez, recalcó y volvió a enfatizar la santidad y la inocencia del Cordero, del Siervo Sufriente, de Aquel que se entregó; ahora en este estudio, enfatizaremos en el Ejecutor y el Director de la Redención.
Después de ver al Redentor y Sus Méritos, ahora veremos al causante, orquestador y Autor de dicha Obra.
Isaías 53:10a “Con Todo eso, Jehová (¿Quién? Dios Padre) quiso (le complació, le pareció bien, en base a SU Plan Eterno, Ver Hechos 2:23) quebrantarlo (aplastarlo, machacarlo, oprimirlo, consumirlo), sujetándole a padecimiento (NVI: hacerlo sufrir, con dolencias y dolor)”
Es tan sumamente importante esta primera parte del Versículo 10 de Isaías 53, que sólo vamos a tratar de exponer ésta, donde vemos nuevamente (en acorde a todo el capítulo 53) el futuro lamento del remanente de Israel que reconocerán a Jesús, se volverán a ÉL, y sufrirán y llorarán arrepentidos por haberle dado la espalda tanto tiempo.
Si en Isaías 53:9, Isaías nos lleva a una tumba, ahora en Isaías 53:10, nos lleva a la misma tumba, pero una tumba vacía; aunque para este estudio NO nos vamos a mover del Gólgota, de la Cruz.
Hay 3 palabras, que debemos detenernos de inmediato, tomar aíre ante tal Belleza, profundidad, y seguir.
“QUISO JEHOVÁ QUEBRANTARLE”
Hay radica EL MISTERIO DE LA CRUZ, DE LA REDENCIÓN Y DEL PLAN ETERNO DE DIOS.
¿Quién ocasionó la muerte de Jesús?
¿Cómo Dios Padre puede complacerse de la muerte agónica de SU Amado Hijo?
Pablo nos arroja más luz en la carta a los Romanos:
Romanos 8:32 “El que NO escatimó ni a SU Propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo NO nos dará también con ÉL todas las cosas?”
Cierto y verdad es que los hombres, libres y en su responsabilidad, actuaron contra Jesús con una injusticia, crueldad, violencia sin igual, pero más cierto es que tales sufrimientos, más aún, la Muerte misma de Jesús, estaba ya decretado por el Divino Consejo de Dios.
Hechos 4:27-28 «Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo (de Dios) habían antes determinado que sucediera.»
Siempre, a lo largo de la Biblia, vemos que el consejo de Satanás es malvado, destructivo, opuesto al de Dios.
Por ejemplo vemos que el diablo actúa e influye con maldad para que los hermanos de José le vendan, para intentar deshacerse de él, pero vemos que Dios, que es Soberano en Todo y en Todos y que está muy por encima de Todo y de Todos, aún en esas malas intenciones, obró Dios en favor de SU Pueblo (Génesis 50:19-21)
Asimismo, mientras estos perversos hombres (judíos, religiosos, romanos, líderes políticos,…) obraban con maldad para ejecutar y destruir a Jesús en un injusto y nefasto juicio, hasta el punto de desfigurarle el rostro; Dios a su vez estaba orquestando y llevando a cabo El Juicio Divino de todos los pecados de la humanidad, y la Obra más sublime y esperada de todos los tiempos.
Solamente podemos ver una ligera y remota coincidencia entre ambos juicios (el del hombre y el de Dios, ambos hacia Jesús).
El hombre, al NO tener pecados con que acusar judicialmente a Jesús se inventa y le atribuye falsamente pecados; mientras que Dios, al NO tener SU Amado Hijo pecado alguno, NO se inventa pecado, pero SÍ le atribuye y le imputa pecados a ÉL para juzgarlos, para condenarlos y para ejecutarlos con Juicio Justo.
Isaías 53:6b “(…) más Jehová cargó en ÉL el pecado de todos nosotros”
¿QUÉ PECADOS?
Los tuyos, los míos, y los de todas las personas de la historia de la humanidad, desde el primero hasta el último que ponga su pie en esta vida.
Ese era el Plan de Dios, ya expuesto en Génesis 3:15, movido por SU Amor; que es salvar y redimir a pecadores, y hacerlo en SU Hijo, quien a su vez, recibiría toda la Gloria y honra por ello.
De los 1.189 capítulos que hay en la Biblia, todos salvo 4 (los 2 primero que corresponden a la inocencia, y los 2 últimos que corresponden a los Cielos y Nueva Tierra) están bajo el poder y la influencia del PECADO; de ahí que, aunque sea una palabra «pasada de moda», la Biblia NO esconde la nefasta realidad del Pecado.
LA SOLUCIÓN A ESTOS 1.185 CAPÍTULOS SE HALLA EN UN MONTE, EN UNA CRUZ.
Allí, en el Gólgota sería el escenario perfecto en el cual Dios mostraría al Universo entero, aún a los ángeles, la indudable y monumental verdad de que Dios es AMOR.
SU Amor por nosotros, y por SÍ Mismo (por SU Nombre y SU Gloria), le llevó hasta el Calvario a entregarlo Todo.
Y este es el MISTERIO, que Dios puso a SU Hijo en la Muerte.
Su Padre lo quebrantó, y todo por amor a una mundo caído y plagado de pecadores.
ÉL debía ser Justo, y para ser Justo y proteger SU Santidad, debía hacer justicia, y para hacer justicia debía aplastar todo pecador (es decir, Todos, por cuanto todos hemos pecado) que haya pecado, con todo el peso de SU ira, SU furia; pero en vez de esto, ÉL colocó a SU Hijo (quien era y es pleno Dios, y quien se sometió, acató y obedeció la Voluntad del Padre) en una Cruz para proyectar sobre ÉL toda la venganza contenida desde el primer pecado hasta el ultimo, por cuanto SU Hijo los llevó en sí todos y cada uno, y en ÉL vació enteramente SU Ira, aplastando con furor a SU propio Hijo.
Fue en última instancia Dios mismo quien lo traspasó por nuestros pecados, lo castigó para traernos paz, lo hirió para curarnos, poniendo y colocando en ÉL todas nuestras rebeliones e iniquidades.
¿POR QUÉ HIZO ÉL ESTO?
Porque debía hacer e implantar Justicia, y ÉL NO puede mentir, fallar, o contradecirse a ÉL mismo, a SU Naturaleza, Atributos o Palabra.
SU Palabra es clara; “el alma que peque, esa morirá” (Ezequiel 18:4), “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23)
¿POR QUIÉNES HIZO ÉL ESTO?
Por nosotros, pues de NO haber ido Cristo a la Cruz a sustituirte, tú pagarías con la deuda y el salario de tu pecado durante una eternidad en el infierno.
ÉL nos representó en una vida perfecta y recta en obediencia a Dios, la cual debíamos haber vivido todos (y nadie jamás pudo), y ÉL nos sustituyó en una muerte como paga por el pecado, una muerte que todos nosotros merecíamos; todos menos Uno, y ese Uno la padeció.
¿PARA QUIÉN REALIZA ESTO?
Para SÍ Mismo, esto es, para alabanza de la Gloria de SU Gracia; por amor a SU excelso Nombre, que es sobre todo nombre.
ÉL es un Dios de Amor, además de Justo; y es en base a estos atributos, es que la Cruz brilla con una expresión sin igual, tal y como el salmista nos relata.
Salmos 85:10 “La Misericordia y la Verdad se encontraron; la Justicia y la Paz se besaron”
NO es la imagen de un padre enojado, o de una mente sádica que castiga injustamente a un inocente hijo quien pide misericordia; sino se trata de la Cooperación del Dios Trino movido por Amor y entregado por nosotros.
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que El Hijo del Hombre sea levantado”
NO había ninguna intención hostil, sino sólo y únicamente un Dios Justo haciendo frente a las transgresiones de SU Pueblo.
La Santidad de Dios obrando, pero NO contra quienes lo merecíamos, sino contra Jesús.
El mismo que NO se plació ni se gozó de los innumerables sacrificios de animales del sistema de sacrificios levíticos, es el mismo que SÍ se gozó, y complació en el único y perfecto sacrificio de SU Hijo, porque éste SÍ que quitaba el Pecado.
La Reconciliación y la Paz de Dios con los hombres, del Creador con criatura fue causa SU Deleite.
Dios que NO se complace de la muerte de los malvados e impíos (Ezequiel 18:23 y 33:11), SÍ que se complació por completo en la muerte de SU Siervo, porque a pesar que era Santo, sin mancha e Inocente, ÉL llevó y cargó sobre Sí el pecado de todos nosotros.
El Gozo del Padre NO estaba tanto en los sufrimientos y escarnios del Hijo, sino más bien en la Redención consumada.
Tenemos muy asociada (más aún cuando se acerca la “semana santa”) la imagen de Cristo sufriendo y agonizando de manos de los judíos y de los romanos; esto es, la corona de espinas, el “flagelum”, las bofetadas, mofas y escupitajos, los clavos,…
Pero debemos enfatizar más, y recalcar que fue DIOS PADRE quien se separó del Hijo, le dio la espalda, lo abandonó como se hacía con el macho cabrío que se dejaba ir al desierto (Levítico 16), y lo aplastó.
Cristo sufrió, padeció y experimentó por primera vez desde la Eternidad un abandono y un rechazo del Padre, y era a causa del pecado que ÉL mismo portaba en la Cruz; ya que un Dios 3 veces Santo NO puede tener ni la más mínima relación con el pecado; sólo una y es juzgarlo y aplastarlo, y eso hizo con Cristo.
Habacuc 1:13a «Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio»
A ÉL se le transfirió el pecado del mundo, teniendo que convertirse en una ofrenda por el pecado, y estar a solas con el pecado, alejado y separado de la presencia amorosa del Padre.
Eso le abrumó a Cristo, el separarse del Padre con quien, desde la eternidad pasada, mantenía una perfecta e íntima relación; y por eso se angustió su alma, hasta el punto de sudar sangre en Getsemaní, a causa de la presión interna que padeció, del estrés, … se rompieron los capilares de su frente (esto se conoce como Hematidrosis)
Dios ha prometido a SUS hijos espirituales que nunca, jamás los abandonaría (Mateo 28:20), ¿Sabes por qué? Porque ya abandonó a SU Hijo.
Quizás puedas sentirte abandonado o indiferente respecto de ÉL, pero ahí, en esos momentos, es cuando más debemos atesorar Sus Promesas, siempre mirando con asombro la Cruz, pues allí SÍ que abandonó realmente a Uno durante 3 oscuras para NO abandonarte a ti durante una eternidad, y ese uno NO es otro que JESÚS.
El Padre fue Autor Activo, mientras que El Hijo fue el Autor Pasivo, siendo obediente y entregando SU Vida hasta la muerte, y muerte de Cruz (Filipenses 2:8)
Dios NO sólo quebrantó a SU Hijo en el sentido de matarlo; sino que además (sirviéndose de instrumentos humanos), lo hizo de la manera más espantosa de todas.
ÉL NO recibió ayuda alguna en SU Muerte, sino que padeció los continuos terrores de la Ira y la Furia Divinas por el pecado, las cuales desde Génesis 3 se acumulaban, y aguardaban este momento para ser desplegados y proyectado todo a la vez, todo en una única dirección: El Gólgota, y Todo sobre SU Hijo.
ÉL BEBIÓ LA COPA DE LA IRA DE DIOS POR TI.
LA MUERTE DE CRISTO FUE EL PROPÓSITO Y VOLUNTAD DE DIOS
NO fue una tragedia inesperada, sino el perfecto y minucioso cumplimiento del Plan Eterno de Dios.
NO fue un mártir, ni una victima sin más, sino que fue el Cordero de Dios inmolado desde antes de la fundación del mundo, cuyo sacrificio es el único que quita los pecados del Mundo
Mateo 26:39 “Yendo un poco adelante, se postró sobre SU Rostro, orando y diciendo: Padre Mío, si es posible, pase de MÍ esta Copa; pero NO sea como yo quiero, sino como tú”
Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a SU hijo Unigénito para que Todo aquel que en ÉL crea NO se pierda, más tenga Vida Eterna”
Mientras que Cristo tomó nuestro lugar y nos sustituyó, Dios Padre le dio la espalda, e hirió a SU Hijo para que la Misericordia pudiera operar y traer salvación a todo aquel que en ÉL crea; y nadie (absolutamente nadie) pueda jamás decirle o recriminarle que es un Dios injusto que NO castiga el pecado y lo tolera.
EN LA CRUZ DEMOSTRÓ QUE ÉL ES JUSTO, JUZGANDO A CRISTO Y NO A TÍ.
EN LA CRUZ DEMOSTRÓ SU AMOR POR TÍ, OFRECIÉNDOTE RECONCILIACIÓN.
Sólo esta Ofrenda hizo satisfacer Sus Altas demandas y exigencias de Justicia y santidad; pues un sacrificio de un valor infinito fue requerido para satisfacer una Santidad infinita.
Rechazar tal inmerecida oferta de salvación requerirá que pases una eternidad en el infierno, por que el pecado es infinito, ¿Sabes por qué? Porque ante quien se peca (Dios) es de valor infinito, y eso demanda un castigo eterno.
Y para eso vino Jesús, para cargar con tus pecados, y si te arrepientes, cambias de manera de vivir, y depositas una fe viva y genuina en ÉL, en Su persona y Obra, puedas ser perdonado y reconciliado con Dios.
ÉL ya pagó el castigo, sufrió la culpa y padeció el Juicio Divino